Una convención con candidatos predeterminados es como una pistola de fogueo. Hace ruido, pero poco más. Así ha ocurrido con la convención republicana, recientemente celebrada en Milwaukee (Wisconsin, del 15 al 18 de julio). Tanto Donald Trump como su candidato a la vicepresidencia -James David(J.D.)Vance-, han participado en olor de multitudes. Una especie de desfile de modelos y una elección unánime como candidatos, respectivamente, a la presidencia y vicepresidencia.
Algo similar ocurrirá con la convención demócrata (Chicago, del 19 al 22 de agosto). Kamala Harris, al sustituir a Biden, ha sido recibida con una unánime sensación de alivio y una avalancha de adhesiones en toda la gama del Partido Demócrata. El nombramiento de su candidato a vicepresidente, Tim Walz, ha sido acogido con menor entusiasmo. Hasta hace unos días era un perfecto desconocido que se hizo viral al calificar a los republicanos( o a sus candidatos) como “bichos raros”. Nadie duda de que en el cónclave demócrata será nominado por amplia mayoría, al igual que lo ha sido (99%) Harris en la votación digital anterior a la convención. De ahí que la cita de Chicago acabe convirtiéndose también en una especie de Disneylandia para adultos. Así pues, el interés actual se centra en el análisis de los dos vicepresidentes, T. Walz y J.D. Vance, que representan enfoques distintos en ideologías, política y también en la diferente ayuda que pueden prestar a los líderes.
Empecemos por este último aspecto. Vance aporta a la campaña de Trump una narrativa poderosa sobre la clase trabajadora y la revitalización económica. Su historia personal resuena positivamente en muchos de los votantes de Trump, especialmente, en las áreas rurales. Vance puede ayudar a fortalecer la imagen del magnate como defensor de los intereses de los estadounidenses comunes. Senador por Ohio, emerge como una figura prominente dentro del Partido Republicano. Conocido por su libro Hillbilly Elegy ( Elegía campesina), se ha posicionado como un defensor de las políticas que priorizan la soberanía nacional, la bajada de impuestos y la reducción de la intervención del Gobierno en la economía.
Para entender su política e ideología conviene detener brevemente la atención en el citado libro que lo catapultó tanto en la vertiente literaria como en la política. Hillbilly Elegy es una obra autobiográfica que narra la vida de Vance y su experiencia en el seno de una familia pobre en el Rust Belt (cinturón de óxido) estadounidense. El libro se convirtió en un best-seller y fue elogiado por su vigorosa descripción de las dificultades que afronta la clase trabajadora en las zonas rurales. Vance utiliza su propia historia para abordar la pobreza, la adicción y la desesperanza, proporcionando una visión íntima de ellas. En esta obra presenta un análisis detallado de aquellos factores sociales que han contribuido al declive de muchas áreas rurales. Señala la falta de oportunidades educativas y laborales, así como el impacto devastador de la adicción a las drogas.
La elección de Tim Walz como candidato a vicepresidente proporciona a Kamala Harris una sólida base de políticas de izquierda y una experiencia importante en el Gobierno estatal. Su peripecia vital se asemeja bastante a la de un republicano. Walz fue profesor de instituto y entrenador de fútbol, y sirvió en la Guardia Nacional del Ejército. Defendió el derecho a la posesión de armas, lo que le llevó a un provisional apoyo de la Asociación Nacional del Rifle. De ahí que pueda ayudar a atraer a votantes moderados, además de reforzar la agenda en materia de justicia social y económica de Harris. Sin embargo, es muy parecido en otros aspectos a la actual vicepresidenta. Decidido partidario del matrimonio entre personas del mismo sexo y radical defensor del aborto, en estos extremos aporta poco a una Harris igual de extrema en esos asuntos. Esto ha llevado a que su nombramiento haya despertado críticas feroces. El gobernador de Florida, Ron DeSantis, calificó su elección como la “candidatura más izquierdista de toda la Historia de los Estados Unidos”.
Analizadas las aportaciones que cada uno puede sumar a la elección de sus líderes, conviene ahora compararlos entre sí. Tim Walz nació en Nebraska y creció en una familia de clase media. Como ya dijimos, fue maestro de secundaria y entrenador de fútbol, lo que le ha dado una perspectiva cercana a las necesidades de las familias trabajadora. Su esposa, Gwen Walz, también es profesora. Ambos han estado activamente involucrados en la defensa de los derechos de los estudiantes.
Vance, sin embargo, creció en una familia de clase trabajadora en el sur de Ohio. La historia de su vida estuvo delimitada por la lucha contra la pobreza y la adicción. Casado con una abogada, ha utilizado su plataforma para abordar problemas como la crisis de los opioides y la decadencia económica de las zonas rurales de EEUU.
Ambos han mostrado especial interés en las políticas familiares. Como gobernador, Walz ha promovido una política de apoyo a las familias, incluyendo la expansión de Medicaid en Minnesota y el aumento del salario mínimo. Ha trabajado para asegurar que todas las familias tengan acceso a una atención médica asequible y de calidad, y ha defendido la educación pública como un pilar fundamental para el desarrollo de los niños. En cambio, esta línea política se ha visto ensombrecida por su extrema política en favor del aborto.
Vance también ha abogado por políticas de apoyo a las familias trabajadoras. Especialmente, a través de la reducción de impuestos y la creación de empleos en las comunidades rurales. Propone una reforma del sistema de bienestar social para hacerlo más eficiente y menos dependiente del Gobierno, argumentando que esto incentivará a las familias a ser autosuficientes. También ha mostrado interés en abordar la crisis de las drogas, proponiendo un enfoque integral que incluya la prevención y el tratamiento. Destaca en él establecer políticas de ayuda a la mujer, que atiendan a las familias con problemas y evitar así recurrir al aborto.
En materia económica, Walz defiende una mayor intervención del Gobierno para asegurar la equidad y el bienestar social. Ha promovido políticas que aumentan los impuestos a las corporaciones y a las rentas altas para financiar programas sociales. En cuanto a las políticas sociales, ha sido un defensor de la justicia racial y las políticas ambientales. Vance abandera una economía de libre mercado y poco intervenida. Aboga por la reducción de impuestos y la desregulación para estimular el crecimiento. En política social, apoya los valores familiares tradicionales, lo que incluye una postura restrictiva sobre el aborto y las políticas de género.
EN ESTRATEGIA política, Vance se centra en consolidar los mensajes de Trump, así como en atraer a votantes de clase trabajadora que se sienten desilusionados con el contexto político. Su narrativa de superación personal y su enfoque en la revitalización económica son puntos clave de su estrategia electoral. Además, su postura crítica hacia las élites y las políticas de globalización encuentra un amplio eco en muchos votantes.
Por su parte, Walz centra su hoja de ruta en la construcción de coaliciones amplias que incluyen a liberales, moderados y comunidades minoritarias. Ha mostrado habilidad para ganar apoyo en áreas urbanas y rurales, lo cual es importante para una campaña nacional. Su enfoque en educación y sanidad puede atraer a votantes preocupados por estos servicios.
La comparación entre Walz y Vance muestra las diferencias fundamentales entre las visiones del Partido Demócrata y el Partido Republicano. Walz, con su enfoque sobre la justicia social, refuerza una agenda que busca ampliar el alcance de los servicios públicos y garantizar los derechos de las minorías. Vance, por su parte, aporta una perspectiva centrada en la autosuficiencia, la reanimación económica y los valores tradicionales. Ambos candidatos a vicepresidente ofrecen fortalezas distintas que pueden complementar y potenciar las candidaturas de Kamala Harris y de Donald Trump, respectivamente. Cada uno de ellos refleja las prioridades y los valores de sus partidos en un escenario político polarizado. Veremos cómo se manejan en los debates entre vicepresidentes que suelen organizarse en las elecciones presidenciales.