VALENCIA, 4 Ago. (EUROPA PRESS) -
El niño falleció a los dos años y medio de su nacimiento como consecuencia de una asfixia por autoahogamiento después de sufrir unos vómitos, una muerte en cuya causa tuvo una relación directa la anomalía neurológica que sufría por el parto.
Así lo establece una sentencia de la sala en la que se estima en parte el recurso presentado por la familia del menor y fija una indemnización de 106.133 euros al considerar que la muerte tuvo relación directa con su anomalía neurológica y ordena el pago exclusivamente por esa causa, incluyendo los daños morales. Los padres habían reclamado inicialmente 450.000 euros por las lesiones, 150.000 por perjuicios morales y 3.000 euros al mes como pensión vitalicia. Al fallecer, aumentaron la cuantía exigida, hasta los 600.000 euros actualizados con el IPC.
El parto tuvo lugar en junio de 2008 en el Hospital de Elche, donde ingresó a las 8.30 horas del día 30 la madre, de 27 años, y embarazada de 38 semanas, que presentaba una hemorragia vaginal, de la que no se identificaron las causas. A las 11.15 horas, la responsable de Urgencias confirmó que el bebé presentaba una bracicardia fetal grave por lo que se decidió practicar una cesárea urgente.
El informe pericial del médico inspector descartó la existencia de mala praxis médica, mientras que el de la familia subrayaba que desde las 10.00 horas había "signos evidentes" y "flagrantes" de pérdida de bienestar fetal y destacaba que, en este caso, el área de la placenta desprendida era de más de las dos terceras partes de su superficie, cuando con más de un 50 por ciento se considera casi imposible que sobreviva el bebé.
SIN ATENDER LAS "ALERTAS MÉDICAS"
La sala destaca para alcanzar su resolución que admitiendo la dificultad que puede tener el diagnóstico de un desprendimiento de placentA --que se confirmó tras la cesárea--, en las horas posteriores al ingreso hubo "alertas médicas" que no fueron tenidas en cuenta. De hecho, indica que a las 9.00 horas la madre presentó un pico tensional, mientras que no constan en la historia clínica nuevas anotaciones de ello, y que se anotó de forma "confusa" que el líquido amniótico era "¿claro?".
No obstante, ve "decisivo" que desde las 9.40 horas apareció un descenso brusco en la frecuencia cardiaca fetal, que fue cuando debieron "saltar las alarmas" y llevar a cabo la cesárea. Por ello, considera que a partir de ahí, la madre "no fue asistida conforme a la lex artis al producirse ya en dicha hora signos evidentes del sufrimiento fetal". La sala añade que, de acuerdo con uno de los peritos, de haberse hecho la cesárea en esa hora, el bebé "con muchas probabilidades no hubiera sufrido secuelas".
