¿SE HA EXTRALIMITADO EL CONSTITUCIONAL?
EL CONGRESO ha sido seriamente amonestado por el Tribunal Constitucional, que le acusa de no respetar la Constitución. Una crítica muy severa por el enfado de los jueces del Alto Tribunal ante el bloqueo en la renovación de ocho magistrados de la institución, debido a las discrepancias entre el PSOE y el PP, y que se ha expresado en forma de una carta que el Tribunal, por conducto de su presidenta, ha dirigido al presidente de dicha institución, al del Gobierno y al líder de la oposición: Ante el reiterado incumplimiento de las previsiones constitucionales, este Tribunal Constitucional se ve obligado a reclamar que se respete la Constitución y que, por tanto, se cumplan los plazos que ésta imperativamente establece para la renovación de todos los magistrados.
Aunque el Senado ha elegido a los cuatro magistrados que le corresponden, sin embargo estos no han podido ocupar el cargo por la sencilla razón de que sus nombramientos aún no han aparecido publicados en el Boletín Oficial del Estado. En el Congreso, el retraso todavía no es preocupante, ya que los magistrados elegidos por esta Cámara culminaron su mandato el pasado 7 de noviembre; pero el próximo 30 de diciembre termina el plazo de presentación de los candidatos y, como es natural, antes tiene que producirse el acuerdo entre los grupos políticos. El normal funcionamiento de las instituciones es un síntoma de madurez democrática. El Tribunal Constitucional se justifica porque sus decisiones han de buscar siempre la aceptación incondicional de todos sus destinatarios, es decir, el Poder Judicial, los partidos políticos, el Gobierno, las comunidades autónomas y, por supuesto, los ciudadanos. A estas alturas, por mucho que sigamos insistiendo en que el Constitucional no forma parte de nuestro sistema de Justicia, los ciudadanos no diferencian nítidamente entre lo que hace el Tribunal Constitucional y los demás órganos jurisdiccionales.
Es clave para la supervivencia del prestigio que le queda al Tribunal Constitucional que la renovación se cumpla puntualmente. Si la renovación es siempre conveniente y saludable en todos los aspectos de la vida, lo es todavía más necesaria cuando se trata de la vida de una institución central de nuestro sistema democrático como es el Constitucional. Un tribunal que no puede funcionar correctamente actualmente con una tercera parte de sus magistrados con los mandatos cumplidos. El constituyente ordenó que debían ser renovados en tiempo y forma, de acuerdo a los criterios establecidos en la propia Constitución y en la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, que, en efecto, exigen una mayoría muy cualificada que sólo puede alcanzarse con el acuerdo entre el PSOE y el PP. La voluntad del constituyente no puede continuar siendo violentada con los impedimentos que cada vez se les ocurren a los partidos políticos, como ha sucedido en la rocambolesca elección culminada en el Senado.
Pero tengo serias dudas de que los jueces del Constitucional puedan, en fin, legalmente hacer lo que han hecho con esta dura censura actual al Congreso de los Diputados. La Ley Orgánica del Poder Judicial, que es de aplicación supletoria, prohíbe a los jueces y magistrados dirigir a las autoridades y poderes públicos felicitaciones o censuras por sus actos (artículo 395.1).