FORTALECER EL ESTADO DE DERECHO
Más de 300 juristas de 70 países nos hemos reunido estos días en el Congreso Mundial del Derecho para fortalecer el Estado de Derecho en el mundo. Estas verdaderas Olimpiadas del Derecho se han convertido en uno de los pocos foros internacionales donde la sociedad civil global todavía puede dialogar para progresar juntos. Partimos de una premisa común: que la ley debe ser superior a la fuerza y que la dignidad humana debe ser la base de todas las culturas, por diversas que sean.
En estos días, juristas de los cinco continentes han debatido sobre los retos, desafíos y oportunidades del sistema de convivencia que llamamos Estado de Derecho. Hemos identificado dos amenazas principales.
Primero, la dificultad de acceso a la verdad. Como preguntaba T. S. Eliot: “¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en la era de la información?”. La digitalización ha multiplicado la información, pero ha hecho más difícil comprobarla; vivimos en la era de la postverdad.
Segundo, los ataques al poder judicial, no sólo en regímenes autocráticos, sino también en democracias consolidadas. La creciente polarización social ha puesto bajo presión a los jueces, y el poder ejecutivo siente la tentación de politizar la justicia para sortear los contrapesos de la separación de poderes.
Sin embargo, este Congreso no ha sido sólo un diagnóstico. Ha sido un espacio de propuestas y de esperanza. Y todas parten de una verdad fundamental: para mantener el Estado de Derecho no bastan leyes ni instituciones. Se necesita que los ciudadanos lo comprendan, lo hagan suyo y lo defiendan. Como dijo Tucídides al hablar de Atenas: “Son las virtudes de los hombres, y no el grosor de sus murallas, las que hacen fuerte la ciudad”.
Por eso, por primera vez, un Congreso Mundial del Derecho ha querido dirigirse especialmente a las nuevas generaciones. De las 5.400 personas que asistieron ayer al nuevo edificio de Unicaribe para participar en los trabajos, 1.600 eran universitarios mayoritariamente dominicanos. Ellos deben tomar la antorcha de la vieja idea del imperio de la ley y reavivar su fuego para afrontar los desafíos del presente. No sólo como ciudadanos responsables, sino como futuros jueces, abogados, profesores, fiscales, notarios: un ejército de hombres y mujeres que, desde su especialidad, pueden contribuir a un mundo donde la dignidad de cada persona se proteja con la Justicia.
La persona está en la base del Estado de Derecho, pero también en su cúspide. Desde 1963, el World Law Congress es una oportunidad para conectarnos con la comunidad política donde se celebra, con la sociedad y, desde allí, con toda la humanidad. Es un espacio único para compartir buenas prácticas, conectarse con colegas y aprender.
La República Dominicana ha sido un anfitrión excepcional. Aquí llegó por primera vez la llama de la idea humanista de justicia de la Escuela de Salamanca, que impulsó los derechos humanos modernos. Lo hemos recordado en el Malecón, al inaugurar el Monumento conmemorativo de este Congreso. Esa llama, diseñada por el gran artista Carlos Albert, permanecerá como recordatorio de que el imperio de la ley es también una conquista espiritual.
El año próximo se cumplen 500 años de la Escuela de Salamanca, que se extendió por toda América, empezando aquí, en Santo Domingo. Francisco de Vitoria, Montesinos y otros sentaron las bases del derecho internacional, los derechos fundamentales e incluso de la economía de mercado. Las raíces de este legado siguen vivas en la actual República Dominicana. Ha sido ejemplar ver cómo el presidente [Luis ]Abinader, los medios, los gremios jurídicos y la Universidad se han volcado para que este Congreso no fuera endogámico, sino abierto y conectado con las preocupaciones de nuestro tiempo.
Uno de los primeros frutos de este Congreso será un informe sobre algunas de las fortalezas dominicanas que pueden inspirar a la región y al mundo: baja polarización, pluralismo informativo, fortaleza institucional, separación de poderes, elecciones libres y alternancia política. Dominicana es una democracia joven, pero entusiasta, de la que todos podemos aprender.
Además, nacen hoy dos proyectos clave. El primero, Justice for Children, una ONG auspiciada por la WJA para brindar asesoramiento jurídico gratuito a niños y familias víctimas de abusos a menores. El segundo, un programa internacional de liderazgo cívico y jurídico juvenil, un Erasmus jurídico internacional para formar y conectar a nuevos líderes del derecho menores de 30 años. Nuestro socio será la Fundación Tatiana.
Son granos de arena que se suman al esfuerzo global por construir un mundo más justo. Sigamos trabajando, cada uno desde su responsabilidad, para que el Estado de Derecho nos permita a todos perseguir nuestros sueños de paz y justicia en libertad.