Diario del Derecho. Edición de 27/03/2024
  • Diario del Derecho en formato RSS
  • ISSN 2254-1438
  • EDICIÓN DE 24/03/2021
 
 

El que pierde, gana; por Jorge de Esteban, catedrático de Derecho Constitucional

24/03/2021
Compartir: 

El día 24 de marzo de 2021 se ha publicado, en el diario El Mundo, un artículo de Jorge de Esteban en el cual el autor opina sobre el tema del transfuguismo.

EL QUE PIERDE, GANA

Este curioso título no me pertenece. Es el de una de las primeras novelas cortas del gran escritor británico Graham Greene. El lector es probable que no se explique la paradoja del título de esta novela, pero me permitirán que no sea yo el que desvele el misterio, sino que lo remita a la inteligencia de quien lo haya acabado, porque les puedo asegurar que ni es tan corto, ni tampoco carece de la importancia de todo lo que ha salido del eximio escritor británico. Más bien de lo que se ocupa este artículo es de una cuestión que ha surgido del azar en la política para complicarse enormemente, como si se tratase de utilizar la estrategia y las tácticas que últimamente están de moda en la Ciencia Política.

Voy a delimitar más aún el objeto de estas reflexiones, que se concretan en el tema del transfuguismo, al que se han añadido otras dos cuestiones que se han superpuesto o, si se quiere, mezclado con el tema predominante. Las primeras reflexiones que se realizaron en este país sobre la susodicha materia, las realicé yo en el periódico El País en el año 1982, esto es, cuando los tránsfugas surgieron en España y comenzaba así una forma de corrupción especialmente llamativa que tuvo casos como, por ejemplo, el que afectó a la elección de Esperanza Aguirre o, más actualmente, el del presidente de Murcia, que no ha perdido su cargo a causa de tres tránsfugas. Por el contrario, el presidente de Castilla y León ha podido mantenerse en su puesto, porque los que promovieron la moción de censura contra él no han conseguido el número necesario para que esta triunfara.

La importancia de este fenómeno político, que está desvirtuando la voluntad de los electores, se debe a que el paso de parlamentarios y munícipes de un grupo político a otro distinto del que formaron parte en el momento de ser elegidos se ha convertido en un fenómeno preocupante de nuestra vida democrática a consecuencia de los cambios que se operan en la relación de fuerzas iniciales, porque ya no responden a lo que los electores votaron.

Para delimitar el verdadero alcance de este fenómeno, debemos tener en cuenta varios puntos previos. No hace falta decir que el transfuguismo no es algo exclusivo de España, ya que se produce allí donde hay un pluralismo político y un régimen parlamentario. En un primer momento, este fenómeno hay que encuadrarlo en los sistemas de partidos de notables, de raíz burguesa, en los que la preocupación principal referente eran los problemas ideológicos. Ahora bien, hay una diferencia sustancial con respecto a lo que conocemos hoy: en la mayor parte de estos casos no se pasaba de un partido a otro en la misma legislatura, cambiando de escaño en ese momento, sino que se esperaba a las próximas elecciones. Hay ejemplos, como el de Winston Churchill. Es evidente pues que el cambio de partido aun siendo un hecho excepcional se puede ver en todo tiempo y en todo lugar. En efecto, la peculiaridad del transfuguismo en España consiste en que salvo casos aislados se produce durante la misma legislatura y, por consiguiente, tiene unos efectos inmediatos sobre la marcha del sistema y la toma de decisiones.

El problema, sin embargo, se ha agudizado especialmente en los parlamentos de las Comunidades Autónomas, pues la ausencia de mayorías absolutas en gran parte de ellas ha facilitado, con el apoyo de los tránsfugas, el triunfo de mociones de censura y el mantenimiento de gobiernos minoritarios. En lo que respecta al momento actual es sorprendente que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ni siquiera haya sido elegido por una amplia mayoría de los electores.

Como es lógico, los sujetos del transfuguismo tratan de justificar su paso a otro grupo político aduciendo siempre alguna razón, pero con independencia de esos argumentos siempre se prestan a la simulación política. Como estamos contemplando en la actualidad, sin embargo, se puede dar también el caso de la desaparición o crisis de un partido, lo cual fuerza a cambiar de organización. En lo que a mí respecta, creo que no es una posición ética defendible. De ahí que sea ejemplar la postura de la ex diputada de Ciudadanos, Marta Martín, que lleva en el Congreso desde el año 2015 siendo la portavoz de educación de un partido que podría desaparecer. Anteayer decidió darse de baja y entregar su acta porque considera que la formación ha cambiado de valores, abandonando promesas y banderas por las que ella se metió en política. En tercer lugar, no cabe ocultar que muchos tránsfugas cambian de partido para mejorar, desde el punto de vista oportuno, su situación profesional en otra formación.

Aunque no se pueden analizar en un corto artículo las consecuencias de este fenómeno, señalaré las que me parecen más importantes. En primer lugar, los tránsfugas falsean la representación política, puesto que los diputados o munícipes que fueron elegidos en la lista de un partido lo abandonan y se van a otro distinto al que votaron los ciudadanos. En segundo lugar, el transfuguismo no fortalece el régimen democrático, más bien al revés. En tercer lugar, está claro que el cambio de diputados de un partido a otro perjudica la gobernabilidad, puesto que el transfuguismo, en sus actuales dimensiones, puede cambiar la orientación inicial del resultado que haya salido de las urnas. En cuarto lugar, el transfuguismo favorece la corrupción porque si el resultado electoral que configura un determinado parlamento puede ser modificado después mediante el aporte de votos en los parlamentos o en los ayuntamientos formados por diputados o concejales de unos partidos que se pasan a otro concreto, se pueden obtener ventajas que favorecen la corrupción. No es necesario buscar con paciencia las películas y las series que pasan en la televisión para darse cuenta de las dimensiones que está cobrando este fenómeno.

Y por último, no cabe duda de que lo más grave del transfuguismo es que está deteriorando gravemente la cultura política en un régimen democrático. En otras palabras, los electores no entienden cómo unos políticos elegidos en unas listas de un partido pueden pasarse tranquilamente a otro distinto, y entienden menos aún que no se hayan tomado las medidas necesarias para solucionarlo. Es cierto que después de la publicación de aquel artículo, que era mucho más amplio, los políticos tomaron la decisión de formalizar un pacto entre todos para prohibir o incluso penalizar a los miembros de un partido que se pasan a otra formación y mantienen su acta.

El corazón de esa decisión corrupta se basa en la ruptura de la clásica teoría de la representación. Si tuviésemos que definir cuál es la razón principal de una democracia, como querían los jóvenes madrileños el 15-M en la Puerta del Sol, tendríamos que decir lo siguiente. Como no es posible en una democracia moderna que sus componentes lleguen a autogobernarse, se inventó la teoría de la representación pública o vinculante cuya esencia consiste en que la representación es auténtica si existe un idem sentire, que consiste en la identificación de lo que piensa el ciudadano y el partido al que vota. Esta idea de la autenticidad de la representación está recogida ampliamente en nuestra Constitución, concretamente en los artículos 1.2, 6 y 67.2 CE. La cobertura jurídica del mandato representativo, que prohíbe el transfuguismo político, ha sido ya refrendada por diversas sentencias del Tribunal Constitucional y, especialmente, en la sentencia STC 5/83 y STC 10/83.

En definitiva, nos encontramos ante un problema que sería necesario mejorar, para lograr un auténtico Estado de Derecho. Ahora bien, existen formas para la superación de este fenómeno. Como sus dimensiones afectan a los tres niveles representativos, es decir, Cortes Generales, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, las soluciones que se deben apuntar, salvo alguna excepción, tendrán que ir dirigidas especialmente a cada uno de los tres ámbitos señalados. Por ejemplo, se había llegado a un acuerdo para reformar el reglamento del Congreso de los Diputados, concretamente en lo que se refiere a su artículo 27, que permite el pase de un diputado de su grupo parlamentario de origen a otro distinto, y se acordó que cuando un diputado dejase el partido por el que había sido elegido tendría que pasar forzosamente al grupo mixto o, como el caso de la diputada de Cs citada, lo más ético sería renunciar a su escaño. En cualquier caso, los pactos anti transfuguismo se han adoptado en todos los niveles representativos. Pero sin mucho éxito. Habrá que esperar a que ese personaje que citaba al principio del artículo lo resuelva. Todos aquellos que hayan gozado de un papel agradable en estos días, les deseo que sean uno de los hombres felices.

Comentarios

Escribir un comentario

Para poder opinar es necesario el registro. Si ya es usuario registrado, escriba su nombre de usuario y contraseña:

 

Si desea registrase en www.iustel.com y poder escribir un comentario, puede hacerlo a través el siguiente enlace: Registrarme en www.iustel.com.

  • Iustel no es responsable de los comentarios escritos por los usuarios.
  • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.

Revista El Cronista:

Revista El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho

Lo más leído:

Secciones:

Boletines Oficiales:

 

© PORTALDERECHO 2001-2024

Icono de conformidad con el Nivel Doble-A, de las Directrices de Accesibilidad para el Contenido Web 1.0 del W3C-WAI: abre una nueva ventana