INSTRUCCIÓN, EDUCACIÓN E IDEOLOGÍA DE GÉNERO
Nadie es propietario de nadie, ni los padres, ni el Estado. Los padres tienen un derecho y la libertad de ejercerlo (art. 27 CE.), con los límites éticos de la Constitución. En la enseñanza es de distinguir dos conceptos: instrucción y educación. La instrucción hace referencia a los conocimientos, científicamente contrastados, que el menor ha de adquirir durante la enseñanza primaria y secundaria y cuya definición y control, corresponde al Estado, sea en centros públicos o privados.
Si un padre se opusiera a la enseñanza del Teorema de Pitágoras, habría de instarse del juez la limitación de la patria potestad en lo atinente a la instrucción. Si un profesor negara la veracidad del Teorema de Arquímedes, la autoridad debiera separarle del aula, porque no cabe la difusión de especies sin contraste científico. Es obligado que la instrucción pública mantenga la neutralidad en criterios morales, porque quienes en ella se integran lo hacen para acceder a la instrucción, porque el Estado no tiene competencia educativa. El Estado-Administración o es neutral en el ámbito moral o es tiránico.
La educación hace referencia a la transmisión de valores morales, cuya elección corresponde a los padres. El Estado no puede adoctrinar y sí pueden hacerlo los padres. Porque tienen el derecho-deber y la libertad de educar según sus convicciones y, en segundo lugar, porque el adoctrinamiento en los centros privados en los que deleguen su obligación, puede ser controlado tanto en la selección del centro como en el iter académico, lo que no es posible en los centros públicos.
La ministra de Educación debiera saber que los padres yihadistas, en España, no pueden impartir a sus hijos su ideario, tampoco se puede educar en la poligamia ni en la sumisión de la mujer. Es asunto pacífico. Los límites son evidentes: el de la instrucción, es la verdad científica y el de la educación, es la frontera de los valores de nuestra civilización (Constitución). Estamos hablando de la primera y la segunda enseñanza. La ideología de género (ID) es un conjunto dogmático, de pretensión constructivista (alteración imperativa de la antropología universalmente reconocida), que no se ha dejado someter a verificación científica y que se difunde en forma imperativa. Sin ánimo exhaustivo señalo las pretensiones esenciales de la ID:
-La sustitución del binarismo de la humanidad basado en el sexo, por la diversidad basada en la pluralidad de géneros (más de 100 géneros diversos y mutables). Establece que el ser humano nace sexualmente neutro y que el género es una opción personal mutable que no debe imponerse culturalmente por la tradición hetero-patriarcal.
-Su fundamentación en un feminismo radical, andrófobo y de raíz homosexual porque, a juicio de los generistas, en la diferencia sexual está, precisamente, la raíz de la desigualdad, con rechazo de un feminismo racional, fundado en la igualdad esencial mujer-hombre y en la diferenciación sexual.
- En el ámbito educativo, clave en la penetración social de la ID, se parte de la iniciación sexual desde la educación primaria (hipersexualismo), en garantía de la neutralidad sexual originaria.
-Imposición de la ID a la generalidad de ciudadanos con el mismo grado de obligatoriedad con que podría exigirse el conocimiento de la aritmética, lo que es absolutamente irracional, acientífico y liberticida.
Resulta evidente que, con independencia de la interdicción del adoctrinamiento público, ningún centro público ni privado puede impartir clases, ni “talleres”, cuyos contenidos no tengan garantía científica de veracidad y/o cuyos enseñantes carecieran de titulación académica adecuada. No es solución el “pin paternal” de Vox, que simplifica el problema y carga una mala solución sobre las espaldas de los niños (en Cataluña se sabe mucho de poner a los niños como arietes contra la prohibición del español. Fue ineficaz y traumático).
Tampoco es asumible el criterio de la señora Villacís (Cs) quien afirmó: “ la educación es fundamental en valores y en el reconocimiento de lo que es la sociedad actual. Nosotros reconocemos toda la diversidad de la sociedad”, porque tan antiliberal criterio olvida que no sólo hay que reconocer la diversidad sino también valorarla, como se valora negativamente la magia y la adivinación (lectura de la mano, echado de cartas, etc.) y positivamente la práctica médica reglada. Las prácticas liberticidas no pueden tenerse como constitucionales, ni tampoco la pseudo-ciencia como ciencia.
Hágase un documentado dossier de las tesis de la ID e ínstese de la Real Academia Nacional de Medicina, como lo hizo la RAE en materia de lenguaje inclusivo, un peritaje sobre la veracidad científica del generismo y con él a los juzgados. Estamos, por encima de todo, ante un problema de invasión de lo acientífico y después ante un problema de libertad. El orden en el tratamiento del problema importa.