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¿Qué busca Obama con este viaje?; por Rafael Navarro-Valls, catedrático y académico de número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación

21/03/2016
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El día 21 de marzo de 2016, se ha publicado en el diario El Mundo, un artículo de Rafael Navarro-Valls, en el cual el autor opina sobre el viaje de Obama a Cuba.

¿QUÉ BUSCA OBAMA CON ESTE VIAJE?

El presidente afroamericano llegó anoche a la isla caribeña como una especie de Papá Noel. Días antes, anunció medidas para facilitar los viajes de estadounidenses a Cuba y para que los cubanos realicen comercio internacional. Para estos, “los dólares del imperio ya no constituyen una amenaza para la soberanía de la nación cubana, sino un balón de oxígeno para un modelo sin futuro”.

Sin embargo, Raúl Castro ha emparedado la visita entre dos eventos que reafirman lo que él mismo acaba de decir: “No claudicaremos en uno solo de nuestros principios”. El primero, la visita que acaba de hacer Maduro a la isla. Un modo de advertir a los americanos, que los cubanos siguen fieles a sus aliados, aunque sean los peores enemigos de su invitado. El segundo, el Congreso del Partido Comunista cubano, convocado para poco después de la marcha del presidente afroamericano. Allí probablemente se pregonará que “no hemos cambiado nuestra revolución por un plato de lentejas”. Y se ufanarán -lo que es cierto- de que esa pequeña isla se ha convertido en centro del horizonte diplomático de Occidente, con las visitas de Francisco, Hollande y ahora Obama.

Por lo demás, un cierto barullo enmarca la visita de Obama. Para algunos es vista como una traición y para otros, la oportunidad de que los cubanos piensen que existen libertades que deben exigir. Los republicanos -aunque cinco de ellos han viajado con Obama a Cuba- mayoritariamente se oponen; los demócratas, pero no todos, exultan. La Iglesia en Cuba aplaude la visita. Pero la disidencia aparece dividida entre los partidarios de aprovechar la visita como ocasión para promover cambios, y los que ven como legitimación del régimen el diálogo con el Gobierno cubano. Un modo de que “todo le salga gratis a Castro”, y el incumplimiento de la promesa del propio Obama de que “sólo vendría a Cuba si veía avances en materia de Derechos Humanos”, lo cual no ha ocurrido. Con ironía añaden -en referencia a que no se entrevistarán Fidel Castro y Obama- que “uno puede visitar las ruinas y no fotografiarse con las momias”.

A pesar de la confusión, una cosa está clara: el pueblo cubano recibirá a Obama -lo ha recibido ya- como un símbolo y un héroe. Un símbolo de que la libertad puede llevar a un mulato a la Casa Blanca, un ejemplo para un país en el que la gente de color difícilmente accede al poder. Y un héroe, como el gran adversario de lo que el pueblo cubano abomina: el embargo. La propia oposición moderada subraya: el “yankee go home” se ha convertido en “yankee welcome”. Las relaciones entre Cuba y EEUU han oscilado del amor en la época de la independencia al odio de la guerra fría, y ahora éste se diluye de nuevo para prevalecer el romance.

¿Pero qué es lo que en realidad busca Obama con este viaje ? Algunos esgrimen lo escrito por él antes de ser presidente: “Yo estoy obligado a intentar ver el mundo desde el punto de vista de George Bush, sin importar lo muy en desacuerdo que esté con él”. Y lo aplican a su visita a Raúl Castro.

Mi visión es más prosaica. Un presidente al final de sus mandatos nota que su magia se evapora. El mesías de 2008, que iba a unir la nación en torno a un sueño, experimenta en su carne las desuniones nacionales. Sabe que la Historia ya está elaborando el veredicto sobre su Presidencia. Sabe que su tiempo se acaba. Lo que desea Obama es prolongar ese tiempo en la Historia. Por eso la firma del acuerdo nuclear con Irán, el deshielo con Cuba y, ahora, su visita, son ejemplos que apuntan a un protagonismo histórico, que será recordado cuando el telón de su Presidencia se desplome.

Lo cual no obsta a que no intente hacer lo que George Bush padre hizo con su visita como vicepresidente a Polonia en 1987, y la que Carter -como ex presidente- hizo en Cuba en 2002. El primero, contribuyó con su presencia a sacar al régimen polaco de su agonía política y económica, que luego estallaría en 1989 con los fuegos artificiales de la libertad. El segundo -en su discurso televisivo en directo a Cuba, que Obama hará también en su viaje- dijo: “Quiero que la gente de EEUU y de Cuba compartan algo más que el amor por el baloncesto y una música maravillosa. Quiero que seamos amigos y que nos respetemos los unos a los otros”.

Es curioso-digámoslo incidentalmente- que ahora como entonces el partido de béisbol se ha convertido en el centro colateral de la visita. Durante él (me refiero al que jugarán los Rays de Tampa y la selección cubana), el presidente ha de tentarse la ropa, pues la visita puede ser recordada por el encuentro deportivo y no por su llamada a la recuperación de los Derechos Humanos. Coincido con Oppenheimer en que una fotografía sonriente de Obama junto con Castro, como si el dictador cubano fuera la reina de Inglaterra, enviaría un mensaje siniestro a las víctimas de los abusos a los Derechos Humanos en Cuba.

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