LA MODESTIA DE JUNCKER
No soy un dictador, soy un tipo modesto, ha dicho Jean-Claude Juncker con cierta ironía al presentar esta semana la bancada de comisarios, una selección en la que ha dejado su impronta. Sin embargo, después de haber sido ninguneado por Angela Merkel antes de prestarle su apoyo para presidir la Comisión, el luxemburgués ha mostrado una alta capacidad política en la negociación con los gobiernos nacionales para ensamblar su equipo. El Parlamento Europeo, no obstante, tiene la última palabra e intentará en las próximas semanas ejercer el veto político sobre alguno de los nominados. Mientras tanto, Juncker ha dado un giro organizativo y ha creado dos niveles de comisarios, siete vicepresidentes y veinte miembros de a pie, casi un gobierno a la francesa por estratos. Ha anunciado que cada vicepresidente tendrá derecho de veto sobre las propuestas que hagan sus comisarios subordinados, una jugada al margen las reglas internas de toma de decisión. Su prioridad es evitar en lo posible la aparición de feudos dentro de la institución y recuperar el liderazgo interno, perdido en los mandatos de Santer, Prodi y Barroso.
Con pragmatismo, Juncker ha cedido a las presiones de los grandes Estados miembros y les ha dado las carteras que pedían -al británico Lord Hill, Servicios financieros, y al francés Moscovici, Economía y Finanzas. Miguel Arias ha sido propuesto para gestionar uno los retos cruciales de la Unión, el desarrollo de la política energética. El español es percibido en Bruselas como un hombre de confianza, capaz de arreglar problemas y aunar voluntades en la cúpula de la Comisión. La institución no ha podido hasta ahora resistir la tendencia al alza de los gobiernos tratar a los veintiocho comisarios, uno por Estado, como representantes de intereses nacionales, en abierta violación de los tratados. Con la crisis económica se ha desplazado el poder europeo hacia los Consejos y hacia algunas capitales nacionales. Juncker tiene por delante mucho trabajo para recuperar posiciones, una tarea en la que él sabe que no sirve la modestia.