UNA PROPUESTA SENCILLA
Las negociaciones en curso para aplicar medidas contundentes que calmen la tormenta sobre el euro se encaminan a centralizar nuevos poderes en torno a Bruselas y a transferir rentas desde los países acreedores a los deudores. Ninguna de estas dos direcciones es fácil de transitar y Merkel ya ha dicho a los eurobonos no, mientras viva. En plena crisis de nervios sobre la moneda común dos buenas cabezas han hecho una propuesta desde fuera de los circuitos políticos que merece ser escuchada. El español Pablo Díaz de Rábago y el inglés Hugo Dixon coinciden en que para afianzar la moneda única bastarían 50.000 millones de euros, una nimiedad si lo comparamos con los números de otras iniciativas. 50.000 millones es lo que costaría arbitrar un mecanismo para que, de modo temporal y sujeto a todas las condiciones necesarias, los miembros de la eurozona compartiesen la misma tasa de interés a la hora de financiar su deuda pública, que se calcularía haciendo una media entre ellas. Este subsidio provisional rebajaría el precio de financiación de la deuda y permitiría hacer reformas estructurales y restaurar la disciplina fiscal en un horizonte de tiempo aceptable. El coste de la propuesta contrasta vivamente con las cifras de vértigo que se manejan para discutir los rescates presentes y futuros. Dixon, responsable de la columna Lex en el Financial Times durante años y editor de Breakingviews Reuters, ha calculado todos los aspectos de la novedosa y modesta herramienta, e incluso ha investigado su compatibilidad con la Constitución alemana, muy restrictiva sobre los límites legales de los rescates en curso. La respuesta de destacados juristas ante la corte de Karlsruhe sobre el mecanismo ideado es favorable. Ahora, tan solo falta que llegue a los oídos de quienes hoy se sientan en el Consejo Europeo. La sencillez de su planteamiento habría convencido ajean Monnet