Al joven se le sometió a un control en 2008, cuatro horas después de haber compartido un porro con unos amigos. Su abogado argumenta que, a diferencia de las pruebas de alcoholemia, las de droga no discriminan cantidades: solo indican si el test es positivo o negativo. No es lo mismo circular con 0,20 miligramos por litro de aire aspirado, que hacerlo con 0,70. Las consecuencias que tiene son distintas. En el caso de las drogas en concreto, no hay diferencia entre fumar un porro o tomar dosis elevadas de cocaína.
No queda acreditado, argumenta la sentencia, que la mera presencia de sustancia influyera en la conducción. De esta manera no está probado lo que indicaba la sanción: que el joven se encontraba en un estado físico y mental inapropiado para circular sin peligro.
El juez critica la actuación de los Mossos d'Esquadra por no completar la información del test especificando la cantidad de droga, su uso y principio activo. Y sobre todo, recrimina a los policías que no informasen de posibles signos externos que un conductor incapacitado para ponerse al volante presenta; por ejemplo, síntomas de fatiga o andar deambulante.