LA SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN
En el 31.º aniversario del referéndum que el 6 de diciembre aprobó con gran mayoría de votos favorables, en todas las provincias, sin excepción, la vigente Constitución refrendada en acto solemne, promulgada y ordenada en publicación el 27 de diciembre y publicada en el BOE, el 29 del mismo mes, parece que el mayor homenaje que podemos hacerle es subrayar su supremacía sobre todas las restantes normas del Ordenamiento español y recordar también que la soberanía corresponde al pueblo español, que significa que la única nación soberana es España.
Esta supremacía lo es sin excepción alguna, y sus contenidos sólo se pueden cambiar por el sistema de reforma establecido en su Título Décimo. Resulta duro tener que recordar con frecuencia lo que debería ser obvio, pero esa necesidad se produce porque en nuestro país, como ya recordaba Fernando de los Ríos hace muchos años, falta respeto entre los ciudadanos, entre los políticos que representan a los poderes públicos, y también entre los medios de comunicación.
En cuanto que se plantea un hecho difícil, una situación con zonas de penumbra, saltan las alarmas de las faltas de respeto. La decisión de abrir la reforma de los Estatutos antes de la reforma de la ley electoral y de la propia Constitución, en temas que no afectan ni modifican el gran consenso que la hizo posible, ha propiciado muchas salidas de tono. Denunciarlas es también contribuir al homenaje a la Constitución.
Hay falta de respeto en todos los partidos catalanes de gobierno y de oposición que han presionado al Tribunal Constitucional, con malas formas; también en la prensa catalana, que con su editorial unitario, aunque no han sobrepasado los límites de la libertad de expresión, porque no han producido un claro y presente peligro de violencia, sí han señalado que una decisión de inconstitucionalidad sería faltar al respeto a Cataluña. Es un sofisma y una falacia monumental, poco oportuna e injustificada. También creo que ha faltado al respeto la ministra de Defensa cuando ha pedido al Partido Popular que retire su recurso. Tampoco parece oportuno en este momento la reiterada manifestación del presidente del Gobierno sobre la indudable constitucionalidad del Estatuto, que constituye también una presión, al menos objetiva.
Déjese trabajar al Tribunal y respétese su decisión, sin perjuicio de la crítica técnica y académica sobre sus contenidos. Para mí, esta defensa contundente de la supremacía de la Constitución es el mejor homenaje en este 31.º aniversario de su aprobación popular.