ESPERADME, SOY VUESTRO LÍDER
A pesar de una cierta mejoría económica y social, España está viviendo una época sin alegría, sin dinamismo, sin vitalidad. El estamento político parece decidido a limitar su misión y sus objetivos a un ejercicio de resistencia en el poder a cualquier precio, y algo muy similar sucede en el mundo económico y social de nuestro país.
No hay liderazgos que busquen permanentemente mejorar la situación en la que operan asumiendo -cuando no haya otro camino- los riesgos necesarios. Con muy escasas excepciones, estamos soportando liderazgos burocráticos, aburridos, despojados de toda gracia y, para colmo de males, presuntuosos hasta límites verdaderamente cómicos.
Es en estas situaciones en las que la sociedad civil, sobre todo en el mundo anglosajón, reacciona con fuerza y no se limita a denunciar la situación. Exige con urgencia comportamientos dignos y no tolera ni retrasos ni excusas.
Pero nuestra sociedad civil es muy poco exigente. No somos un país especialmente culto y por lo tanto tenemos una capacidad crítica poco desarrollada. Toleramos dosis intensas de vulgaridad con docilidad y resignación.
Pero podemos y sabremos reaccionar. Estamos llegando a límites que ponen en cuestión nuestra dignidad y nuestro orgullo. Como hacen la mayoría de los países occidentales tendremos que adaptarnos sin contemplaciones a unas realidades que requieren estar aumentando el nivel de exigencia constantemente. Es la única forma de progresar en todos los sentidos.
Lo que en ningún caso podemos hacer, es que nuestros líderes ocupen los lugares de retaguardia y se limiten a pedir de vez en cuando que les esperemos.
Necesitamos líderes que asuman las obligaciones (y también las compensaciones) de dirigir la marcha del país.
No podemos esperar a unos líderes que no merecen un liderazgo que en muchos casos han recibido ante la ausencia de personas más capacitadas a las que se las ha eliminado para evitar comparaciones odiosas.
Hay que refinar los procesos de búsqueda de líderes sometiéndoles a una competencia abierta que permita descubrir al mejor. Pero demos por seguro que habrá una resistencia intensa a estos procesos porque en nuestro país generan el rechazo de todos los intervinientes. Prefieren que no haya vencedores ni vencidos.
Cuando superemos estas actitudes España avanzará decididamente entre los países progresistas. Tengamos paciencia.