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Las víctimas que ya no os gustan; por Carla Vall, abogada penalista y criminóloga

27/03/2023
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El día 26 de marzo de 2023 se ha publicado, en el diario El País, un artículo de Carla Vall en el cual la autora opina que los agresores tendrán que acostumbrarse a que el silencio social de las agredidas no va a volver.

LAS VÍCTIMAS QUE YA NO OS GUSTAN

En los últimos tiempos hemos visto cómo varios casos de agresiones sexuales eran presuntamente protagonizados por “estrellas” o personajes mediáticos. Que algunos hombres con poder han aprovechado para usar este contra las mujeres no es ninguna novedad. De hecho, la idea de que algunos poderosos buscan cosas más exclusivas y, por tanto, indisponibles, los acerca a la idea de querer conseguir algo que se les ha negado: el consentimiento.

Las investigaciones periodísticas, como la de las periodistas de The New York Times Jodi Kantor y Megan Twohey, existen porque las víctimas ahora pueden hablar. El MeToo nos enseña, cinco años después, que era un camino de no retorno. Las primeras denunciantes que lograron tomar su voz y llenarla de palabras prohibidas como abuso de poder, violación o no-consentido contra Harvey Weinstein lo hicieron porque ya no podían más.

Esas mujeres habían usado todo ese tiempo de silencio para intentar seguir con lo que les habían dicho: cállate e intenta hacer como si nada. Pero el silencio no funciona, el silencio ha sido el arma de victimización más potente que han tenido los agresores para asegurar su impunidad durante siglos. Además, estoy segura de que incluso el consejo femenino ha sido el de callarse para no ser señalada por el resto, para poder seguir con la vida, para que nadie sepa que una está manchada, que nadie le diga que su cuerpo o, incluso, su virginidad habían perdido valor. Por suerte, el feminismo nos ha brindado la oportunidad de librarnos de la mayor parte de esos estigmas y la sociedad ha ido comprendiendo que no hay falda bastante corta, horas demasiado tardías, ni calles o espacios prohibidos que justifiquen las agresiones.

Ahora, el foco ya está en los autores de las violencias sexuales y, por tanto, el interrogatorio social se debe dirigir también hacia ellos. Si para las mujeres ya es difícil hablar sobre violencia normalmente, lo es todavía más señalar a alguien con poder. Cuando una se enfrenta a su agresor, se enfrenta a todos sus recursos y redes. Existe un efecto por el cual las personas que vemos a menudo a través de la pantalla que tenemos en casa o llevamos con nosotros, o las que escuchamos por la radio a diario, nos parecen gente conocida. Es de lejos sabido que hay muchísimas personas que incluso dan respuesta a los buenos días al aparato, como si realmente “siempre saludaran”. Mirad The Morning Show y veréis las dificultades de hacer algo así y las consecuencias para las víctimas y las personas que les prestan apoyo.

Me parece incluso razonable que a costa de dejar que entren en nuestro día a día, pensemos que nos caen bien o mal, porque creemos saber cómo son. Entonces solo falta un poco de carisma para que creamos que se trata de una buena persona e, incluso, salgamos en su defensa ante hechos evidentes. Cuando estas personas cometen un hecho delictivo contra otra persona, pero esta es desconocida, dentro de nuestra cabeza hay un vacío. Pero los casos en la distancia son muy fáciles de condenar y son más complejos y sensibles con caras más conocidas y de aquí.

Así pues [inserte aquí nombre de famoso nacional], tenemos a esa persona que creemos conocer o a quien queremos creer porque nos ha divertido, entretenido, dado momentos de gloria o, incluso, consideramos un héroe por lo que sea. Al otro lado, hay una persona de la cual no sabemos nada y que, por tanto, no tiene ningún tipo de vínculo con nosotros, ni tan siquiera simbólico. Así que se nos representa todo eso que hemos mal aprendido sobre cómo es una buena víctima. Hemos pasado del “si no denuncia, no será tan grave” al “si denuncia, algo querrá sacar de ello”.

Cada vez más supervivientes de ataques sexuales no solo denuncian los hechos, sino que, además, rompen el silencio social. A pesar de sentirse obligadas a renunciar a derechos, como la indemnización, a tener que taparse para poder tener voz, hablan. No creo que tardemos mucho en ver a mujeres que confrontan a la opinión pública dando la cara y diciendo que son ellas las que lo han sufrido, y que ser víctima no es ninguna vergüenza y que los que deberían esconderse son ellos. Pero, de momento, estamos todavía en un escenario en el cual los agresores filtran los datos de las víctimas para perjudicarlas, intentando demostrar que eso ha ocurrido por su forma de ser, para privarles de su vida normal. Y nos tendremos que acostumbrar a las víctimas que hablan y tendremos que aprender a no juzgar sus vidas ni cómo son. Porque todas somos distintas antes de la victimización y lo somos también al salir de ella.

Algunos, los malos, se tendrán que acostumbrar porque su modelo de tranquilidad sobre el silencio social de las víctimas no va a volver.

Comentarios - 1 Escribir comentario

#1

Sin duda todos nos sentimos de acuerdo con el principio de que "más vale un delincuente en la calle que un inocente en la cárcel".
Ahora bien, ¿qué pasa con los inocentes que están en la calle víctimas de una agresión teniendo que soportar la visión diaria de su agresor impune?

No me opongo al principio de la libertad del acusado inocente; la respaldo
Pero me preocupa la pérdida de la libertad de la víctima inocente.
Sobre todo la de determinados delitos, sin duda los más íntimos.
Sin duda eso reducirá los "derechos" que hasta ahora tenía el violador
Eso aumenta el riesgo - ese es el argumento - de ser víctima de mujeres que dicen que sí y luego pueden denunciar que habían dicho que no.
Aun siendo ese un riesgo mínimo, según parecen confirmar las estadísticas, ese riesgo se puede reducir mucho mas siendo prevenidos.

Quizá no sea tan difícil de conjurar ese riesgo si se elige tener sólo relaciones con parejas que ofrezcan una probabilidad mínima de mentir No parece malo que el riesgo en este momento tenga que compartirse.
Antes, prácticamente, sólo lo corría la parte débil.
Saber sentir la propia debilidad es algo educativo.

Escrito el 27/03/2023 17:37:00 por Alfonso J. Vázquez Responder Es ofensivo Me gusta (0)

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