Diario del Derecho. Edición de 27/03/2024
  • Diario del Derecho en formato RSS
  • ISSN 2254-1438
  • EDICIÓN DE 17/05/2021
 
 

Azaña y su Constitución; por Rafael de Mendizábal, presidente de la Sección de Derecho Constitucional de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación

17/05/2021
Compartir: 

El día 17 de mayo de 2021 se ha publicado, en el diario ABC, un artículo de Rafael de Mendizábal en el cual el autor opina que la Constitución de Azaña carecía de ‘auctoritas’ para quienes la habían impuesto, que la veían como un artilugio montable y desmontable como el ‘mecano’, juguete de la época.

AZAÑA Y SU CONSTITUCIÓN

No tardó en anunciarse la llamada al pueblo para legitimar el hecho consumado de la proclamación callejera de la República. El Decreto de 3 de junio con un barroco preámbulo, convocaba a los comicios para elegir el 28 de junio las Cortes Constituyentes, con una sola Cámara, por sufragio popular abierto pero excluyendo el voto de las mujeres, cuya sesión constitutiva sería el 4 de julio: el sistema electoral fue el de la Italia fascista, mussoliniano que calcó el Decreto republicano de 8 de mayo que sustituyó el hasta entonces vigente de escrutinio uninominal en pequeños distritos por la votación de listas en grandes circunscripciones e inyectó en vena la ‘política de masas’, provocando artificialmente y a priori el desequilibrio representativo de una mayoría hipertrofiada a la cual se concedía el 80% de los escaños y una minoría jibarizada con el 20% remanente. El proyecto, elaborado por el socialista Luis Jiménez de Asúa, cuya tramitación parlamentaria se interrumpió para aprobar la Ley de Defensa de la República, fue aprobado el 4 de diciembre de 1931 y de tal Constitución se dijo en ese momento inaugural que era “una invitación a la guerra civil” por Alcalá Zamora, su primer presidente.

Al echar a andar el nuevo régimen, Azaña se había jactado públicamente de ser ‘sectario’ y ‘radical’, no un ‘liberal’ y era tajante al afirmar que el constitucionalismo republicano debía interpretarse mediante reglas en esencia partidistas con el fin de alcanzar sus objetivos. En realidad esas palabras imprudentes y agresivas, tristemente premonitorias, no eran sino la versión parlamentaria de las que había pronunciado en el merendero madrileño de la Bombilla el año 1930 en un banquete de homenaje a la República de 1873. “Hay que contar con las izquierdas españolas todas, y nada más que con ellas”. La República venidera “cobijará sin duda a todos los españoles; a todos les ofrecerá justicia y libertad, pero no será una monarquía sin rey. Tendrá que ser una República republicana, pensada por los republicanos”, no muchos en verdad, pues se ha dicho con cierta ironía que cabían todos en un taxi. Un régimen excluyente del cual se marginaba desde el principio a la mitad de los españoles, como todas las consultas electorales entonces y medio siglo después pondrían de manifiesto con el equilibrio de los votos. Hubo y hay una media España que se escora a la izquierda y otra que lo hace a la derecha, consiguiendo cualquiera de ellas, según la ocasión, una mayoría coyuntural, siempre muy cerca del empate. Era ya tarde cuando el ‘hombre de la República’ comprendió que tal criterio excluyente hacía inviable la consolidación de una República democrática. En ocasiones, él mismo lo reconoció hasta donde alcanzaban su soberbia y su arrogancia, pero era tal la fe en su capacidad de juicio que se convenció a sí mismo de su propia indispensabilidad. Su alergia a una democracia liberal tolerante y su preferencia por el extremismo ideológico y la polarización en bloques coincidió con una movilización de masas que magnificó en gran medida las consecuencias del dogmatismo sectario e inflexible, sin lugar para la piedad o el perdón de los otros, ni opción para la paz.

Cuando los principales prohombres de la República, sus protagonistas y voceros, infringían verbal y prácticamente las reglas del juego que ellos mismos habían establecido, el sistema no podía sobrevivir por mucho tiempo. Los ataques desde el interior a manos de sus partidarios fueron más peligrosos que los ataques de los desafectos y consiguieron unir a estos en una reacción desesperada. No hay exageración alguna en lo dicho. Seguían vigentes las palabras de Amadeo I en su escrito de abdicación. Como ha observado Payne, era más probable la bolchevización del país por el Partido Socialista que un golpe de Estado por la Ceda, que estuvo en posición de darlo y no lo hizo.

En algunas de las sesiones de las Cortes Constituyentes pudieron oírse palabras como las dichas por Álvaro de Albornoz, abogado, masón y miembro de Izquierda Republicana, a la sazón ministro de Fomento, y que llegaría a presidir el Tribunal de Garantías Constitucionales.

“Una Constitución no puede ser nunca una transacción entre los partidos... No más abrazos de Vergara, no más pactos de El Pardo, no más transacciones con el enemigo irreconciliable de nuestros sentimientos e ideas. Si estos hombres creen que pueden hacer una guerra civil, que lo hagan; eso es lo moral, eso es lo fecundo”.

Cinco años después le tomarían la palabra.

Por otra parte, la Constitución carecía de ‘auctoritas’ para quienes la habían impuesto, que la veían como un artilugio montable y desmontable como el ‘mecano’, juguete de la época, Así lo puso de manifiesto Azaña el 7 de enero de 1934 en un discurso en la plaza de toros de Barcelona, donde confesó una teoría subversiva de su relación con la Constitución, obra suya, en cuya virtud antes que ella “en el orden del tiempo y en el orden político moral... estaba la República, y por encima y antes que la República estaba el impulso soberano del pueblo que la creó”. Una vuelta de rosca más le daría al concepto el 16 de abril: “Por encima de la Constitución está la República y por encima de la República, la revolución”. Estas palabras no achacables al calor de la improvisación, dichas ante miles de espectadores enardecidos en un país con más de un tercio de analfabetos y una desequilibrada estructura social, sólo podían producir estragos y eran una clara incitación a la violencia en boca del ‘hombre de la República’, su apóstol entonces, a quien algunos pretenden hoy convertir en su santo laico, pero sin milagros.

Comentarios - 1 Escribir comentario

#1

Las palabras de un texto revelan la ideología desu autor. Cuando se llama "callejera" a la proclamacion de la república, cuando fue "popular" por abandono ¿o sería más correcto decir "huída" del Rey? queda todo claro.
Caundo se precisa que la votacion constituiconal fue "por sufragio popular abierto pero excluyendo el voto de las mujeres" se oculta que fue la Constitucion de Alfonso XIII la responsable de la exclusión, no la república, Ésta fue la primera que le reconoció sus derechos; queda todo claro.
Es uncogruente afirmar que "era ya tarde cuando el ‘hombre de la República’ comprendió que tal criterio excluyente hacía inviable la consolidación de una República democrática" cuando se aceptó elrinfo democrático de la derecha. Fue la derecha la que al triunfo republicano de la izquierda en 1931 tras el golpe de Estado fracasado desembocó en una guerra civil porque los que rechazaron la votación democrática. De nuevo queda todo claro.
Recuerda que "Seguían vigentes las palabras de Amadeo I en su escrito de abdicación"; pero abdicó porque la derecha no lo respetó. Y así todo

Escrito el 17/05/2021 18:08:53 por Alfonso J. Vázquez Responder Es ofensivo Me gusta (0)

Escribir un comentario

Para poder opinar es necesario el registro. Si ya es usuario registrado, escriba su nombre de usuario y contraseña:

 

Si desea registrase en www.iustel.com y poder escribir un comentario, puede hacerlo a través el siguiente enlace: Registrarme en www.iustel.com.

  • Iustel no es responsable de los comentarios escritos por los usuarios.
  • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
  • Reservado el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.

Revista El Cronista:

Revista El Cronista del Estado Social y Democrático de Derecho

Lo más leído:

Secciones:

Boletines Oficiales:

 

© PORTALDERECHO 2001-2024

Icono de conformidad con el Nivel Doble-A, de las Directrices de Accesibilidad para el Contenido Web 1.0 del W3C-WAI: abre una nueva ventana