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El laberinto del Galeón San José; por José María Lancho, abogado

27/02/2020
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El día 27 de febrero de 2020 se ha publicado, en el diario ABC, un artículo de José María Lancho, en el cual el autor opina sobre el caso del Galeón San José.

EL LABERINTO DEL GALEÓN SAN JOSÉ

En situaciones sin aparente solución, da la sensación de que la buena voluntad no busca alternativas sino refugio. Este es el caso del laberinto del galeón San José, la reciente declaración de Bogotá, del 18 de octubre de 2019, entre la vicepresidenta colombiana y los ministros españoles de Asuntos Exteriores y de Cultura, ofrecía una coincidencia de buenos propósitos por ambos gobiernos sobre que el patrimonio cultural subacuático es indivisible y no admite un fin comercial y asimismo acordaba “explorar y considerar mecanismos que permitan materializar la oferta de cooperación científica y cultural del Reino de España al Gobierno de Colombia en torno al proyecto del galeón San José”.

¿De qué proyecto se habla? Obviamente aún del único que existe: el proceso de contrato por el Gobierno de Colombia de concesión bajo el esquema de Asociación Público Privada (APP) con la empresa cazatesoros Maritime Archeology Consultants Switzerland (MACS). ¿Qué oferta ha hecho España? Nada concreto todavía, pues no se ha solicitado al Museo Nacional de Arqueología Subacuática ARQUA un proyecto alternativo.

El proyecto cazatesoros, el que hay, después de muchos meses de mantenerse suspenso por la reacción española y la crítica académica mundial, se reanudó apenas unos días antes de la declaración conjunta, saliendo de su sueño forzado. En concreto nueve días antes de la declaración conjunta. En ese contexto, ¿podríamos pensar que con la declaración España aceptaría, implícitamente, la regularidad del procedimiento de APP con MACS?

Disponemos solo de las palabras emitidas que conforman una declaración conjunta con valor político pero sin valor jurídico. Lo cual nos enfrenta con una serie de problemas, del mayor calado, que no se han solucionado en modo alguno todavía. El primero es la vigencia de la sentencia del Consejo de Estado de Colombia de 13 de febrero de 2018 sobre el galeón. La decisión de la Sala pasó del previsible respaldo absoluto a las tesis del presidente Santos al más sincero disparate, pues para evitar afirmar que Colombia no reconoce la inmunidad soberana de los buques de guerra, que sería como decir que el derecho internacional no existe en ese país o que el galeón de guerra San José no era un buque de guerra español, la sentencia invocaba una ley de guerra, la Ley de 16 de octubre de 1821, del Congreso General de Colombia (¡!), que en su artículo 1 expresa que “Libertada por las armas de la república cualquiera provincia, ciudad o lugar deberán ser secuestradas y confiscadas todas las propiedades que se encuentren en su territorio correspondientes al Gobierno español”.

Es decir, el justo título esgrimido actualmente desde Colombia, según su Consejo de Estado, es la vigencia de la guerra de independencia con España, al menos hasta que Colombia reclamó aguas territoriales y zona contigua hasta donde reside el yacimiento. En términos temporales, hablamos de bien entrado el siglo XX... La lógica de la sentencia nos advierte que esa que podríamos ver como ley de guerra eterna frente a España seguiría en vigor todavía hoy en día.

Ese es otro de los legados intocados del presidente Santos y la sumisión intelectual de órganos que deberían definirse por su más estricta independencia. El argumento, además de su escasa moralidad, si es que la ética merece enturbiar la pureza de propósitos del poder, tiene nulo rigor histórico, por cuanto España y Colombia cerraron mucho antes cualquier situación de conflicto nacido de la guerra de independencia y son países amigos y aliados. Y todavía cojea de otro importante error de lógica jurídica: las aguas donde yace el San José no las adquirió Colombia por guerra, ni “fueron libertadas” de ninguna manera, sino que son consecuencia del concierto internacional diplomático y jurídico de la comunidad de las naciones. Su soberanía nació del derecho internacional y de la paz, no de las armas, ni de las conquistas.

Ese texto jurídicamente absurdo atentaría no solo contra las posibilidades de cooperación y entendimiento entre países hermanos sino contra el más elemental sentido común que debería ser el principio inspirador básico de todo aquello que llamemos derecho.

El segundo problema es que sigue en vigor en Colombia la Ley 1675 de 2013, una ley concebida para el galeón San José y los planes de explotación comercial del expresidente Santos. Su texto es una contradicción inconciliable con la seguridad del galeón y contra los valores culturales que representa.

Finalmente, hay que analizar el propio procedimiento administrativo de contratación con los cazatesoros de MACS sobre los derechos de explotación del galeón. Es un procedimiento insubsanable, nacido para defraudar a los colombianos que iban a pagar por los bienes arqueológicos del galeón el valor del peso de los materiales de que estuvieran constituidos. Con la arbitrariedad de la ley, esto afectaba a más del 80% del yacimiento. Como si se les diera a los cazatesoros una porcelana Tang o Ming al precio de la tierra y el fango de que está conformada. Asimismo, el proyecto está concebido para vaciar el yacimiento en cuestión de meses y sin consideración a su naturaleza de tumba de guerra. En este sentido, el profesor Negueruela, director del ARQUA, concluye que esos plazos son incompatibles con cualquier principio arqueológico. Un proyecto de esta envergadura, según él, no puede afrontarse con garantías en un plazo menor de 10 años.

La escombrera jurídica que reunió el anterior presidente para erigir el museo del ego a cambio de conceder una autopista a la industria cazatesoros, en las aguas de toda América, seguirá afectando a las relaciones de los dos países y amenazando el patrimonio subacuático hispánico, no sólo el San José. La solución sigue siendo reconocer que los restos de la historia común son un patrimonio compartido, esta es una vía jurídica posible, a la altura de nuestros caídos en el galeón, americanos y europeos.

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