ES EL SIGLO XXI
Se diría que la respuesta a la crisis de Ucrania tiene un mismo hilo conductor a ambas orillas del Atlántico, el realismo. Pero son versiones bien distintas de una misma actitud ante el poder duro del exsoviético Putin. Por parte de Estados Unidos, el presidente Obama no está dispuesto a una intervención militar que su opinión pública rechaza, harta de guerras muy impopulares, como Irak o Afganistán. En política exterior practica un realismo cauteloso, un activismo de mínimos, al compás de la reducción del presupuesto del Pentágono. Está dispuesto a meter presión para que Vladimir Putin limite los destrozos en su operación de reponer a Ucrania en su condición de protectorado ruso. La Casa Blanca, además, contempla la fiereza rusa como una expresión de la debilidad estructural de su sociedad y su sistema de gobierno. Las prioridades de Obama en política exterior están en Irán y en China y prefiere dejar hacer y practicar este tipo de realismo poco airoso.
Del lado europeo, nuestros dirigentes hablaron ayer de ayuda económica, sanciones y soluciones diplomáticas. Pero en el fondo levantaron acta de su impotencia a la hora de formular una acción exterior a partir de una estrategia compartida, y de respaldarla con capacidades militares. La actitud de UE es también realista, pero fruto de una resignada inhibición. Seis décadas de integración no dan para estrenar política exterior en una crisis del siglo XXI con riesgo de escalada militar.
Para muchos europeos, es muy inquietante esta violación del Derecho Internacional por parte de una Rusia nacionalista, que choca frontalmente con el valor absoluto de la paz, entronizado en nuestra civilización. A la Unión Europea, como ha explicado José I. Torreblanca, le cuesta relacionarse con terceros países si no existe una perspectiva de adhesión de éstos al club europeo. Vladimir Putin tampoco parece entusiasmado con el realismo sucio practicado en la toma de Crimea. Pero la comprobación de que la Unión no tiene capacidad de estabilizar hace más sencilla su decisión de seguir adelante.