CUATRO MÁS UNO
El Consejo Europeo ha terminado un poco más desunido frente a la crisis del euro. Pero hay menos razones para el pesimismo. El clima político está cambiando: la emergencia griega ha despertado una mayor sensibilidad hacia el conjunto de Europa en los principales autores de esta saga. La cita en Roma en junio a la que asistirán Angela Merkel, Françoise Hollande, Mariano Rajoy y Mario Monti volverá a ser la ocasión para llegar a un diagnóstico compartido y acordar medidas de gran calado, que superen los apaños a corto plazo y las escaramuzas simplistas entre partidarios de la austeridad y de los estímulos. A pesar de sus diferencias ideológicas, en la mesa de negociación se sentarán en torno a la Canciller alemana tres políticos sensatos, cuyo realismo contrasta con las pulsiones narcisistas e impredecibles de sus antecesores, Sarkozy, Zapatero y Berluconi. El eurócrata Monti tiene el mérito de haber convocado este directorio para hablar en europeo, una vez desechada la tentación de volcar la atención hacia los problemas de España, algo que a la larga perjudica a todos. Tanto nuestro país como Italia han emprendido reformas que exiges un espíritu de sacrificio a sus ciudadanos. Bajo la espada de Damocles de una salida griega, Merkel sabe tiene que reforzar el gobierno económico del euro mucho más allá de los pequeños pasos tomados. En la mesa de Roma habrá un cuarto hombre, Barack Obama, aunque no figure asiento con su nombre. El presidente de EE UU. no tiene una gran inclinación personal hacia el viejo continente, pero ha decidido emplearse a fondo por la moneda europea. Los shocks de la zona euro darían al traste con sus posibilidades ciertas de ser reelegido presidente en noviembre. Para evitarlo, esta Casa Blanca va a jugar un desconocido papel, a lo Jean Monnet, del mayor interés.