LEALTAD AL MANDATO DE LA CONSTITUCIÓN Y RESPETO AL TRIBUNAL
El escrito de renuncia del vicepresidente y de dos magistrados del Tribunal Constitucional por haber transcurrido, muy sobradamente, el periodo constitucional de su mandato sin que el Congreso de los Diputados, llamado a su renovación parcial, haya cumplido con su obligación de nombrar a quienes han de sucederles, ha puesto en evidencia la gravísima situación por la que atraviesa el Tribunal y el enorme daño que supone para una institución que es capital en la arquitectura del Estado.
El Tribunal Constitucional es una pieza clave en nuestra estructura política y es de la máxima importancia que tenga prestigio y que sea respetado. Por eso es tan importante el cuidado que merece por parte de todos; desde luego por parte del propio Tribunal Constitucional, pero singularmente por parte del Gobierno y de los partidos políticos.
Es cierto que las propuestas para el nombramiento de nuevos magistrados, con la mayoría muy cualificada de tres quintos de las Cámaras, exigen un esfuerzo de diálogo y de compenetración entre los grupos parlamentarios que, en ocasiones, puede resultar laborioso, necesitado de tiempo; pero requiere también altura de miras. Porque, sencillamente, nuestro Estado constitucional no puede permitirse que los mandatos de la Constitución sobre la renovación periódica del Tribunal queden relativizados por el retraso debido a la mera pugna política partidaria, convirtiendo al Tribunal Constitucional en el tablero de su particular contienda con menosprecio de su alta función de Estado y con grave daño, además, para la imagen y buen funcionamiento del propio Tribunal.
La Constitución es, ante todo, vínculo jurídico para los gobernantes y así debe ser percibido por los ciudadanos. Por tanto, es la integridad misma de la Constitución y la lealtad ante sus mandatos lo que se pone en riesgo cuando los órganos del Estado llamados a la renovación parcial del Tribunal incumplen de manera abierta y flagrante su deber constitucional.
ÁLVARO RODRÍGUEZ BEREIJO ES