La sentencia avala el informe pericial que constata la inestabilidad emocional de la menor en el momento de los hechos y ratifica los indicios constatados por el Síndico catalán en un estudio anterior.
El acoso comenzó en el curso 2007-2008 cuando un compañero empezó a insultarla y amenazarla sin motivos. Sus padres percibieron un preocupante cambio de actitud en su pequeña y decidieron hablar con el centro. Fue entonces cuando su tutora detuvo el acoso, aunque resurgió en el curso 2008-2009 y tuvieron que cambiarla de colegio.