AUTONOMÍA DE UN DISPARATE
Gregorio Peces-Barba inicia su artículo haciendo una extensa referencia a los que supuso para Comunidades como Euskadi, Cataluña o Cantabria la aparición de la democracia y, sobre todo, la aprobación de la Constitución en 1978.
Señala incluso la defensa que se hizo en la ponencia constitucional, para devolver al pueblo vasco la libertad para su lengua y para su cultura, así como para el reconocimiento de una generosa autonomía, desde una Constitución abierta que reconocía la existencia de Euskadi, y de Cataluña y de Galicia, como naciones culturales con hechos diferenciales propios.
Considera que la voluntad de los constituyentes y de todo el pueblo español, con su clase política al frente, fue decisiva para alcanzar las cuotas de autogobierno de que Euskadi disfruta y que ha permitido que desde los orígenes de la autonomía, gobernase siempre el Partido Nacionalista Vasco.
A pesar de ello, entiende que desde el principio el comportamiento de los nacionalistas vascos fue ambiguo, ya que rechazaron la autodeterminación pero al tiempo propusieron la abstención en el referéndum de aceptación de la Constitución.
En este sentido, considera el autor, que con el asentamiento progresivo de la Constitución, con una imagen de solución adecuada para la estabilidad, el nacionalismo vasco buscó nuevos caminos como el Pacto de Lizarra.
Hubo por parte de todos muchos silencios, muchas dejaciones y mucha buena fe derrochada, y los que creyeron en una respuesta decente del Partido Nacionalista Vasco serán, en opinión del autor, los más dolidos por el disparate planteado por Ibarretxe en el Parlamento vasco como propuesta para resolver el futuro de Euskadi. Esto es a lo que Peces-Barba llama anatomía de un disparate.
Por un lado, desde un punto de vista externo, entiende Gregorio Peces-Barba, que un observador imparcial no comprendería cómo el más alto representante del Estado en la Comunidad Autónoma vasca hace una propuesta de ruptura y cuasi independentista, no sólo por tener esa condición y porque su partido lleva gobernando el País Vasco desde los inicios de la democracia, sino porque no representa a la mayoría del pueblo vasco y habla como si representase a todos y todos estuvieran de acuerdo.
Y, por otro lado, desde un punto de vista interno, aparece nítidamente que estamos ante un comportamiento habitual y repetido en el Partido Nacionalista Vasco de hacer propuestas rupturistas retóricas para después dar marcha atrás y luego volver a empezar.
Cada vez que están en escenario rupturista llaman al diálogo desde sus premisas, sabiendo que por estar falseado es un diálogo imposible. Pese a sus promesas reiteradas en conversaciones ocasionales con el autor, el lehendakari no ha contestado a una carta de hace meses ofreciéndole la Carlos III para que expusiera sus tesis, con debate posterior.
Por lo anterior, señala Gregorio Peces-Barba, la política del Partido Nacionalista Vasco es altamente desestabilizadora, por el contrario, si consiguieran, aunque no lo ve posible, producir un cambio constitucional por sus planteamientos, existe un alto porcentaje de posibilidades de que ese cambio fuera contra sus intereses y limitativo de la autonomía vasca.