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El romanticismo y la ciudadanía; por David Lafuente Durán, presidente de la Asociación del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado

05/01/2024
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El día 5 de enero de 2024 se ha publicado, en el diario ABC, un artículo de David Lafuente Durán, en el cual el autor opina que es preciso encontrar un equilibrio entre la exigencia de acceso a un cuerpo como el de los ACE sin abandonarnos a una laxitud del proceso.

EL ROMANTICISMO Y LA CIUDADANÍA

Si bien es cierto que nuestro romanticismo de finales del XVIII mostraba un rechazo al neoclasicismo y a la ilustración toda vez que reivindicaba el culto del yo y del individualismo, no es menos cierto que no le faltaba su dosis de fantasía, creatividad, pasión y emoción. Nuestro servicio público, los cuerpos superiores de la administración pública y, más concretamente, el Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado(Csa ce ), representan un cierto matiz de romanticismo que nos lleva a optar por una vida de servicio a la ciudadanía no sobre la base de criterios económicos, sino sobre la esencia de hacer lo correcto, de aportar a un todo que supera la suma de sus partes. Una suerte de romanticismo humanista que piensa en la preeminencia de lo colectivo.

Ser funcionario, convertirse en servidor público, implica vocación, esfuerzo y sacrificio por una máxima que impera en nuestro día a día: dotar a la ciudadanía de instrumentos que nos permitan alcanzar un mundo mejor. A nadie se le escapa que el servicio público es múltiple y variado, existe a nivel local, autonómico y estatal. Su correcta radiografía nos llevaría largas páginas de cifras y literatura. Existen diversos grupos y categorías, estando en la cúspide de ellos lo que se cataloga como Cuerpos Superiores o Grupo A1. Dentro de dicho grupo existe un millar de servidores pertenecientes al Csace, un cuerpo no tan citado como el Diplomático, el de los abogados del Estado, el de los inspectores de Hacienda o el de jueces, fiscales y magistrados pero cuyos integrantes se convierten en los verdaderos ‘fontaneros’ del Estado.

Un millar de ciudadanos y ciudadanas encargados de velar por el imperio de la ley, el cumplimiento normativo y el acomodo de unas propuestas políticas que, para su correcta implementación, deben estar debidamente enraizadas en nuestro ordenamiento jurídico y deben respetar todo un compendio normativo que asegure su desarrollo. Conocidos como los fontaneros de la administración, desarrollan los puestos de asesoramiento a los ministros y altos cargos, así como se ocupan, mayoritariamente, de dirigir los departamentos jurídicos, presupuestarios, de planificación y de recursos humanos. La pertenencia a dicho cuerpo no solo evidencia una sólida formación, sino una visión poliédrica de la administración que logra resolver no pocas diatribas con una mera llamada o a golpe de un mensaje de texto.

Tomar la decisión de intentar acceder a un cuerpo superior de la administración no es sencillo. Es cierto que el funcionariado garantiza una estabilidad laboral y una carga de trabajo modulable fruto de la posibilidad que implica transitar entre distintos departamentos ministeriales. Son muchos los que preguntan cuál viene siendo la media de años de preparación y, por mi experiencia en el colegio César Carlos, residencia que desde hace más de 75 años ha sido cuna y epicentro para la preparación de aquellos que desean acceder a puestos superiores de la administración, mi respuesta siempre es la misma: la media de años es dejarlo, es decir, dada la dureza, más de la mitad de quienes se inician en la preparación de un cuerpo superior acaban renunciando al objetivo que se marcaron. El coste que implica la preparación unido a un horario riguroso de estudio que no conoce de vacaciones ni descansos y que te obliga a despertar todo domingo a las ocho de la mañana, no es el plan ideal para una juventud que se encuentra jubilosa tras la conclusión de sus estudios universitarios. Por el camino se quedan grandes profesionales que no entran en el sector publico pero que se convierten en verdaderos líderes en el sector privado. Sin duda alguna, una pérdida de talento para la administración.

El Csace ha estado siempre a la vanguardia de la reforma administrativa, ha sido el verdadero impulsor del cambio y la reforma. Ante un contexto como el actual, donde contamos con un servicio público que en los próximos años padecerá la jubilación de muchos de sus efectivos y que cuenta a día de hoy con la mayor oferta de empleo público de su historia, se presenta un gran reto: atraer el talento al servicio público. Es importante tener presente que lo que pagamos por nuestra educación a lo largo de la vida (estudios universitarios incluidos) es una pequeña parte de lo mucho que el Estado invierte en nuestra formación. Es una pena que ciudadanos y ciudadanas con vocación de servicio público renuncien a dar ese último paso para convertirse en funcionario de un cuerpo superior por la dureza o coste del proceso. El proceso de acceso al Csace está siendo objeto de modificación y no son pocas las voces disonantes que apuntan hacia una errada reforma del proceso. No debemos perder de vista que tanto el Csace, así como otros cuerpos superiores que tienen el riesgo de correr similar fortuna, es un cuerpo de prestigio, con sólidos conocimientos del derecho administrativo y un necesario conocimiento idiomático que permite nuestra labor en distintas latitudes. La estabilidad en el número de plazas ofertadas y la garantía de una convocatoria anual que no obedezca a intereses partidarios es la mejor garantía de mantener la motivación y el interés por el proceso de acceso.

Es preciso encontrar un equilibrio entre la exigencia de acceso a un cuerpo como el de los ACE sin abandonarnos a una laxitud del proceso. Debemos encontrar ese término medio que ya Aristóteles limitaba a los ‘hombres sabios’ y que se encontraría en el punto intermedio de las quimeras de nuestro buen Quijote y el realismo y la quietud del bueno de Sancho. Cervantes nos presentaba los extremos, nuestra administración debe ser lo suficientemente sabia para encontrar ese término medio. El procedimiento de acceso es complejo y siempre será criticado, pero ello nunca debe llevarnos a deslegitimar uno de los cuerpos vectores de nuestro desarrollo constitucional, reconocido internacionalmente y que goza de un absoluto respeto en el exterior.

No son pocos los que al entrar en el cuerpo acaban recibiendo una oferta del sector privado y escuchan la frase de: ¿cuánto quieres ganar? Para los que somos de provincias y hemos vivido una vida sencilla no suena nada mal, pero como a muchos nos han enseñado nuestros padres, la vida tiene otros muchos más alicientes que el ganar dinero. La familia, la amistad, o la satisfacción por un trabajo bien hecho que contribuye a hacer de esta sociedad un mundo mejor. Romanticismo, caduco o no, es la forma de ser de un gran número de nosotros.

Comentarios - 1 Escribir comentario

#1

Decir "que el Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado(Csa ce ), representan un cierto matiz de romanticismo que nos lleva a optar por una vida de servicio a la ciudadanía no sobre la base de criterios económicos, sino sobre la esencia de hacer lo correcto, de aportar a un todo que supera la suma de sus partes. Una suerte de ROMANTICIMSO HUMANISTA (?) que piensa en la preeminencia de lo colectivo" implica una GRAVE confusión de conceptos
No es romanticismo: es racionalismo social ético".
Decir "Por el camino - [de la preparación de oposiciones] - se quedan grandes profesionales que no entran en el sector publico pero que se convierten en verdaderos líderes en el sector privado. Sin duda alguna, una pérdida de talento para la administración.
Es una perdida en la medida de que la administración necesitara más profesionales - PROBABLEMENTE SEA ASÍ - pero lo importante es que la sociedad disponga de buenos profesionales. Por eso NO VEO EN ELLO GRAN PÉRDIDA, aunque si una frustración en quienes hicieron un inmenso esfuerzo buscando un objetivo no logrado.
No son los únicos en este mundo injusto
Decir "No son pocos los que al entrar en el cuerpo acaban recibiendo una oferta del sector privado y escuchan la frase de: ¿cuánto quieres ganar? Para los que somos de provincias y hemos vivido una vida sencilla no suena nada mal, pero como a muchos nos han enseñado nuestros padres, la vida tiene otros muchos más alicientes que el ganar dinero. La familia, la amistad, o la satisfacción por un trabajo bien hecho que contribuye a hacer de esta sociedad un mundo mejor. Romanticismo, caduco o no, es la forma de ser de un gran número de nosotros" es insistir en el error de concepto.
Se llama "etica racional", romanticismo.

Escrito el 05/01/2024 17:27:26 por Alfonso J. Vázquez Responder Es ofensivo Me gusta (0)

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