GARANTIZAR LA GOBERNABILIDAD Y LA ESTABILIDAD DEL PAÍS
Los fundamentos de nuestro sistema electoral están recogidos en la Constitución de 1978 y desarrollados en la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, de régimen electoral general (LOREG). Esta ley ha sido modificada en varias ocasiones para introducir determinadas mejoras. Cualquier reforma del sistema electoral es importante porque puede afectar para bien o para mal a la estructura constitucional y, en particular, son muy sensibles las reformas que puedan incidir sobre las elecciones al Congreso de los Diputados y al Senado y, por tanto, a la posición del Gobierno. Dicho lo cual, conviene señalar que el sistema electoral del Congreso de los Diputados desarrollado por la LOREG no atiende correctamente a los criterios de representación proporcional previstos en la Constitución (art. 68.3).
Cualquier reforma del sistema electoral debe tener por finalidad mejorar la calidad democrática, pero también, y esto es fundamental, garantizar la gobernabilidad y la estabilidad del país. No se olvide que para el buen funcionamiento de una democracia tan importante es votar, y que el voto cuente, como que concurran las condiciones adecuadas para la estabilidad institucional y política. Además, en las elecciones contemporáneas hay otros retos a tener en cuenta como la di fusión de información falsa, los debates electorales, el voto por correo y el peligro de manipulación de los resultados.
Para aproximarse a esos objetivos podrían hacerse algunas modificaciones del sistema electoral tales como: primero, corregir las desigualdades representativas que existen en las diferentes circunscripciones, pues hay provincias infrarrepresentadas( las más pobladas) y provincias sobrerrepresentadas( las menos pobladas) en función de la relación habitante/escaño; segundo, establecer una prima de escaños para el partido más votado mediante el aumento a 400 del número de diputados a fin de facilitar la gobernabilidad; tercero, modificar la circunscripción provincial por la autonómica o nacional ya que cuanto mayores la magnitud de las circunscripciones más proporciona les son los resultados; cuarto, ampliar las barreras que deben superar los partidos para acceder a escaños; quinto, mejorar la regulación del voto por correo, y, sexto, regular los debates electorales.