EL UNIVERSO Y LA MISIÓN EUCLID
Dedicamos poco tiempo a conocer el papel que jugamos en el universo. Debería ser una asignatura necesaria en el mundo educativo y no solo en cátedras especializadas. Los seres humanos tendríamos que conocer a fondo cuales son las realidades físicas en las que habitamos y como afectan a nuestro cuerpo y a nuestra mente, y a la humanidad en general. Ello permitiría una nueva época dominada por una curiosidad intelectual hambrienta de nuevas ideas y conocimientos.
Un primer y decisivo ejercicio mental sería el de aceptar que no parece lógico pensar que la tierra sea el único planeta del mundo en el que habita vida inteligente. La ciencia acepta, sin reserva, esta afirmación y ya se han puesto en marcha muchos experimentos para establecer contactos con otras posibles civilizaciones.
Sería maravilloso que esos contactos tuvieran éxito porque ello nos obligaría a perder, o al menos poner en cuestión, esta sensación que tenemos de ser los únicos amos y señores del Universo. Sería un ejercicio de humildad muy saludable.
No puede inquietarnos ni asustarnos el hecho indudable de que tienen que existir miles de planetas o cuerpos en el universo que hayan desarrollado habilidades y capacidades similares o superiores a los de la tierra. Muy al contrario, este dato debe alegrar nuestra existencia ante la idea de que en algún momento podremos interactuar y enriquecernos de estos contactos.
Por de pronto, ya está en los cielos, desde el 1 de Julio, el telescopio espacial Euclid, que tiene entre otras muchas tareas, la de precisar la distancia de 2.000 millones de galaxias, unas galaxias que observaremos no como son ahora sino como eran en el pasado. La idea de jugar al mismo tiempo con el presente, el pasado y el futuro es siempre atractiva, pero puede ser un juego peligroso si no se maneja con responsabilidad intelectual.
La sonda Euclid, con un presupuesto de 500 millones de euros, nos puede ayudar de muchas maneras, siendo las más principales, pero no las únicas, las dos siguientes: conocer la historia y el posible futuro de la expansión del Universo, y tener una mejor comprensión de la energía y de la materia obscura. De ahí que sea muy importante la creación de un consorcio de más de 1.200 personas trabajando en más de cien laboratorios, -uno de ellos en España-, localizados en Europa, Canadá y Estados Unidos. Estos laboratorios tendrán capacidad para observar del orden de diez mil millones de objetos astronómicos, lo que facilitará gradualmente las misiones espaciales.
Vamos a preparar nuestra mente para una nueva actitud frente a un cosmos en continua expansión que puede depararnos sorpresas científicas, sociales y culturales que afectarían, ‘velis nolis’, a nuestros comportamientos y a nuestros objetivos. Hagámoslo sin miedo alguno. Hay que salir de este provincianismo terráqueo. Hay que aventurarse en el infinito.