TURNO DE OFICIO, PILAR DEL ESTADO DE DERECHO
El turno de oficio representa con absoluta claridad la vocación del ejercicio de nuestra profesión. Pero ser abogado del turno no está exento de dificultades ni complicaciones. Así llevo reivindicando, no solo ahora como decano del mayor colegio profesional de Europa, el ICAM, sino también como abogado adscrito al turno de oficio desde hace más de 25 años, cuestiones que resultan de justicia elemental, como que se actualicen los baremos que fijan nuestra remuneración y que estos se revisen conforme al IPC, que se ponga fin a la obligación de designar a letrados de oficio para la defensa de personas jurídicas sin remuneración alguna o que se reconozcan la totalidad de actuaciones, como las ejecuciones o los habeas corpus, que actualmente no están remuneradas.
No es de extrañar, por tanto, cuando hablamos del maltrato institucional que sufre el turno de oficio, que si bien garantiza el acceso de todo ciudadano a la justicia y al derecho de defensa, resulta el gran olvidado de la Administración de justicia. Desde el ICAM llevamos desde que tomamos posesión reivindicando y peleando por el turno, como demostramos cuando el pasado 27 de abril abrimos las puertas a la abogacía de toda España en una movilización histórica frente al Congreso, a la que como Junta de Gobierno, y particularmente como Decano, nos sumamos.
Gracias a esa incansable labor hemos conseguido algunos avances importantes, que dignifican y mejoran el turno de oficio, como las plazas de aparcamiento en los juzgados de la calle Albarracín, las nuevas salas para los profesionales en los juzgados de la plaza de Castilla, la implantación de tabletas y renovación de equipos informáticos para que los letrados de oficio puedan acceder a los expedientes electrónicos, un amplio programa de formación gratuita o el justo reconocimiento que la abogacía de oficio merece con la plazuela del turno de oficio, la plaza que, por fin, tendrá toda la abogacía que libremente integra el Sistema de Justicia Gratuita. Un gesto simbólico, sí, pero que demostrará a la ciudadanía la importancia que tiene el turno en nuestra sociedad y en nuestro Estado de derecho.
La defensa del justiciable y la protección de los derechos, con independencia de las posibilidades económicas del ciudadano, son valores intrínsecos a la abogacía de oficio. Unos valores que, junto con la necesaria dignificación del turno de oficio, llevo reivindicando, como abogado, más de 25 años, y los que sean necesarios, y que, ahora, seguiré reivindicando como decano del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid.
