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Europa desafiada en Ucrania; por Araceli Mangas Martín, Vicepresidenta de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid

20/02/2023
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El día 17 de febrero de 2023, se ha publicado en los diarios El Correo, El Diario Vasco, El Comercio, El Diario Montañés, El Norte de Castilla, La Rioja, Hoy, Las Provincias, La Verdad, Sur, Ideal, La Voz de Galicia, El Diario de Navarra, Heraldo de Aragón, Canarias 7, Diario de León y Diari de Tarragona, un artículo de Araceli Mangas Martín en el cual la autora opina que nadie puede vivir con seguridad en un mundo en el que se tolere el uso de la fuerza para aniquilar Estados y asesinar a sus ciudadanos.

EUROPA DESAFIADA EN UCRANIA

La agresión desencadenada por Rusia contra Ucrania el 24 de febrero de 2022 ha sido percibida por la Unión Europea como una amenaza existencial a la propia integración. Si un Estado poderoso puede ocupar y masacrar a nuestro vecino, la paz de todos está en peligro. De ahí que las respuestas hayan precipitado un cambio de época en la UE, además de ser una crisis que condicionará el mundo.

Seleccionaré entre las muchas y variadas respuestas de la Unión las más positivas, sin ocultar que la guerra de agresión desencadenada por Rusia ha puesto de relieve las grandes carencias del club comunitario en defensa y hace añicos su pretendida autonomía estratégica (militar y energética).

Hay que destacar la actuación diplomática de la UE desde las semanas previas a la agresión a fin de movilizar una gran coalición antibelicista en Naciones Unidas y otros foros internacionales. Se desplegaron intensos y silenciosos esfuerzos diplomáticos de la UE en África, Asia y América que han logrado una razonable coalición estable de algo más de 140 Estados en la ONU que aún perdura. La labor del Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, fue decidida, exprimiendo todas las potencialidades de la Carta de la ONU.

A sabiendas de que Rusia vetaría la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU sobre su propia condena, el objetivo era lograr que aquel aprobase la convocatoria de un período extraordinario de emergencia de la Asamblea General.

Desde la Resolución 2623/2022, de 27 de febrero, y hasta el final de la guerra, el Consejo de Seguridad ha transferido su responsabilidad primordial a la Asamblea General.

Gracias a esa maniobra se logró la aprobación -con mayorías superiores a 140 votos- de varias resoluciones que exigían el fin inmediato del uso de la fuerza contra Ucrania, condenaron las vulneraciones del derecho internacional humanitario cometidas por Rusia, así como el reconocimiento dado a las regiones de Donetsk y Lugansk y las posteriores anexiones, y exigieron que Rusia restablezca la integridad de las fronteras de Ucrania.

Fue un gran éxito político, pues en cada resolución Rusia solo obtuvo cuatro votos a favor (de dictaduras) más el suyo, si bien en el casi medio centenar entre abstenciones y ausencias hubo decepciones notables pero previsibles de dictaduras o Estados autoritarios que no aceptan reglas que sujeten y limiten la soberanía nacional al respeto del derecho internacional.

En síntesis, se puede decir que la Unión Europea supo ejercer liderazgo político como gran potencia civil.

Mucho más impacto está teniendo y tendrá la respuesta europea mediante sanciones. El Servicio Europeo de Acción Exterior de la UE (‘cuerpo diplomático’ de la UE), que dirige Borrell, había preparado con mucha antelación (desde el 6 de enero de 2022) una batería de medidas restrictivas que abarcaban todos los sectores y embargó bienes de miles de personas físicas y jurídicas, públicas y privadas. Meses antes del inicio de la guerra, la UE había avisado sobre el tsunami de sanciones.

No iba de farol. Se conocía la concentración de tropas rusas.

Han sido nueve paquetes de sanciones que abarcan un embargo general: bloqueo comercial intenso y extenso (incluido el control y financiación de importaciones y exportaciones de mercancías, servicios y la asistencia técnica), el financiero, el tecnológico, el energético, bloqueo de transportes por cualquier medio con prohibición de sobrevolar el espacio aéreo de la UE, de reservas monetarias de Rusia (300.000 millones de euros), política de visados, prohibición general de entrada en la UE... Las repercusiones para Rusia fueron moderadas en 2022 pero su acumulación se deja sentir en 2023 en su PIB, comercio, inflación e inversiones.

Las medidas restrictivas (o sanciones) ante una agresión flagrante -como la sufrida por Ucrania- se fundan en el deber de los Estados de cooperar con otros Estados por medios lícitos para poner fin a la violación de una norma imperativa y en el derecho a apoyar el derecho de legítima defensa del agredido, Ucrania, frente al agresor (artículo 51 de la Carta de la ONU).

Además de sanciones masivas a Rusia, sobresale la ayuda económica y militar europea. Ayuda macroeconómica para el funcionamiento de Ucrania como Estado ante sus exiguos ingresos fiscales para sostenerse civilmente con todos los servicios que debe prestar (pensiones, sanidad, educación, policía, bomberos, jueces, función pública general...).

Y ante las consecuencias de la invasión rusa, la UE y sus Estados miembros han dado un vuelco en materia de defensa: la Unión ha permitido el uso de fondos comunes intergubernamentales para comprar armamento letal destinado a Ucrania -que no deja de ser un Estado tercero en guerra- y ha autorizado y alentado a sus países miembros para que suministren armas y equipamiento militar defensivo y ofensivo a la nación agredida. Y además, ante la amenaza de un potente agresor como Rusia, cada Estado de la UE, miembro o no de la OTAN, ha aumentado sus capacidades militares con rapidez. Se ha hecho algo inimaginable, impensable.

La UE y sus Estados ha superado los 50.000 millones entre ayuda económica, humanitaria y militar.

La reacción europea ha tenido amplio apoyo de la ciudadanía con un grado de consenso o respaldo nada habitual cuando se habla de política y políticos nacionales.

Los datos obtenidos por la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) a finales de 2022 son significativos: el 74% está de acuerdo con el apoyo dado por la UE a Ucrania (en España, el 80%). Y una mayoría ciudadana cree que los Estados miembros han cooperado menos con Ucrania que la UE. Dos tercios de los europeos sienten claramente las consecuencias de la guerra y que su vida se ha visto afectada.

A pesar de ello, un 72% cree que su Estado mantiene un balance positivo, de ventajas reales, de la pertenencia a la UE.

Refleja la conciencia ciudadana por la contribución de la UE al mantenimiento de la paz. Nadie puede vivir con seguridad en un mundo en el que se tolere el uso de la fuerza para aniquilar Estados y asesinar a sus ciudadanos.

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