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Santiago Muñoz Machado: “Hoy se desprecian instituciones que ha costado muchísimo formar”

10/06/2020
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El jurista reúne en “Vestigios” estudios que profundizan en el origen de las instituciones, creencias y símbolos de nuestra sociedad política.

ABC 09.06.2020

Si hemos olvidado los caminos que conducen al origen de los valores que definen lo que nos importa, como la solidaridad o la libertad, no sabremos defenderlos. Para hacer memoria, Santiago Muñoz Machado (Pozoblanco, 1949) ha reunido once ensayos en un nuevo libro, “Vestigios” (ed. Crítica). Desde el peso político de reliquias y símbolos al origen de las leyes para mitigar la pobreza, la capacidad del Estado para castigar -y sus límites- o los derechos de los animales, el académico rastrea los vestigios de donde todo ello procede.

-Hablar de la importancia de los vestigios y los símbolos políticos mientras las estatuas son derribadas o vandalizadas demuestra que el tema está de actualidad, ¿no cree?

-El libro estudia cosas que me han preocupado siempre en la política: el peso de las instituciones y los símbolos. Vemos que se desprecian instituciones o categorías que ha costado muchísimo formar a lo largo de la historia, que están en la base de la sociedad y podemos derrumbar en un momento determinado sin darnos cuenta de lo que tienen detrás. Quiero que esos ensayos den una explicación sobre el presente. ¿Por qué tenemos esas cosas, cuánto nos ha costado conseguirlas?

-¿A lo largo de la historia el peso de las reliquias cambia?

-La perspectiva religiosa fue la dominante durante mucho tiempo. Ahora, tras un proceso de descristianización muy generalizado, se mantienen en la base de la cultura popular con mucha fuerza, sin tanta apelación a lo religioso, pero encajadas en la tradición, como el Camino de Santiago, los plomos falsos del Sacromonte.

-¿Felipe II las coleccionaba?

-Felipe II quiso establecer las bases ideológicas de la nación española, a través de grandes hombres que han nacido y hecho cosas en nuestro país. Ahí quedó involucrado el reformismo protestante, que consideraba que la oposición a esa devoción por las reliquias era fundamental. Calvino hizo un tratado para desenmascarar las falsedades.

-Y llega la Revolución Francesa.

-Y después el anticlericalismo liberal español del XIX. Los franceses tenían reliquias de la Monarquía, los corazones de los reyes en St. Denis. En aquel tiempo fueron capaces de esconderlas en lugares secretos y volvieron a los altares tras la desacralización de Francia.

-Vivimos un momento de convulsión. ¿Están en peligro esos valores, esas instituciones?

-Hay un empeño político en algunos casos en desconocer esas cosas, trivializarlas o darles ninguna importancia. Desde el punto de vista de las creencias sí, pero desde el punto de vista de la cultura no se entiende.

-Derriban estatuas...

¿Qué lectura hace de este antirracismo?

-No hay una ideología de sustitución, nada que quieran poner en lugar de lo que hay. Son movimientos de protesta, algunas veces justificada como respuesta a acontecimientos muy injustos como la muerte de Floyd.

-Usted aborda el origen del derecho a buscar la felicidad, en los textos de Jefferson, que era esclavista.

-Es bonita esa indagación de cómo aparece la búsqueda de la felicidad como derecho fundamental. Es la pluma de Jefferson, que ha conocido este asunto en Europa, donde hay declaraciones de muchos monarcas del XVIII español y los ilustrados hablaban de ese objetivo. Nosotros lo incorporaremos a la Constitución desde el principio, desde Cádiz.

-Pero Cádiz señala la diferencia de visión a ambos lados del Atlántico.

-Así es, en América concierne al ciudadano, que debe hacer lo posible por conseguirla. En Europa, Francia y España sobre todo, el Estado tiene que ayudar al ciudadano en el logro de la felicidad. Para eso se crean servicios públicos asistenciales. Ese es el origen de los servicios públicos de educación, sanidad o beneficencia que darían lugar a la creación del Estado del bienestar.

-Entre los “vestigios” del libro, duele ver el de la tortura... La muerte arbitraria de Floyd lo pone de actualidad.

-El poder punitivo del Estado es un asunto que me ha preocupado. Es el más terrible de los poderes y hay que estar continuamente vigilantes sobre él. Estudio el origen de la brutalidad medieval, que funcionaba en plena Ilustración. No hay tortura física o pena de muerte en nuestro sistema, pero subsiste la espiritual. Hay hoy muchos juicios penales a manos de instructores desalmados que destruyen vidas y haciendas, donde el derecho desfallece. Es bueno recordar lo muchísimo que costó convencer a las instituciones que dejaran de causar daño físico para valorar lo importante del momento al que hemos llegado.

-Estudia las políticas contra la pobreza. ¿Qué lecciones deja el pasado?

-Sigue el problema. En el siglo XVI estaba Europa llena de vagabundos, peregrinos, muchas veces delincuentes. La dificultad era diferenciar entre los pobres que merecían ayuda y los simuladores que engañaban al sistema. Esa necesidad también sigue viva.

-Han pasado cinco siglos...

-Y los problemas siguen ahí. Resulta lamentable que no hayamos sido capaces de arreglar este asunto y no se hayan hecho políticas para erradicarlos. A mi modo de ver hay que aplicar los recursos públicos que sean necesarios, y si necesitan un impuesto especial sería partidario, porque la pobreza de solemnidad es una vergüenza insoportable para un Estado opulento. Pero no sólo es una política de Estado. Hoy es un problema global que necesita políticas globales. El cambio climático acelera la migración desde África.

-Habla también de derechos de los animales...

-Hace siglos se pensó que toda la naturaleza está conectada y hemos de tratarla con respeto. De ahí surgen las modernísimas políticas medioambientales que tenemos.

-¿Qué nos jugamos si olvidamos esto?

-Un lector atento encontrará argumentos para defender la sociedad que nos hemos dado. El respeto.

-¿El mundo va por ahí?

-No va por ahí, lamentablemente, pero tenemos que hacer algo. Procurar desde las plumas y el pensamiento ser personas responsables con el mundo, ser patriotas. A ver si a alguno le cae un libro o una idea, aunque sea en Twitter.

-Los ilustrados tenían ese espíritu.

-La gente que se ha ocupado toda su vida de estudiar tiene que poner algo en contribución de su sociedad para procurar que no se hagan disparates. No podemos rendirnos.

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