EL MURO DE LOS REBELDES JUSTOS
Esto es lo que hay es una detestable frase que se escucha demasiado a menudo en estos tiempos. Si algo no va bien, si alguien no está comportándose como debiera, siempre hay uno que, levantando los hombros, sentencia: Es lo que hay. Cuando esta frase se convierte en latiguillo falla la salud social, pues las funciones sociales no se desarrollan como debieran y, al aceptarlo, el deterioro del corpus social es evidente.
Se llama Salud y nació en 1998. Hija única de un matrimonio con problemas, fue sometida por su padre desde que nació a un abandono emocional absoluto. Un día, cuando Salud tenía 13 años, su padre agredió a su madre en el domicilio familiar, causándole la muerte por traumatismo craneoencefálico. La menor tuvo secuelas: trastorno postraumático, trastorno adaptativo mixto con ansiedad y depresión. Salud se fue a vivir con su tía, y le fue reconocida una pensión simple del 20% de la base reguladora, 250 euros.
Muchos hubieran dicho: Esto es lo que hay, y punto final, pues la norma no contemplaba que, viviendo un padre viudo, aunque fuese el asesino de su madre, la hija pudiese cobrar la pensión absoluta, del 52%, de orfandad. Pero Salud estaba desamparada y vulnerable, y una mujer sensible, madre de tres hijos y abogada, inicia una larga y meritoria actuación profesional para que Salud pudiese percibir lo que en Justicia le correspondía. Para muchos, pelear un caso así, por 400 euros, será una tontería. Para esta abogada no lo era.
Experta jurista, habla a un diputado provincial, quien la dirige a su colega portavoz de Justicia en el Congreso por el Grupo Popular.
El también sensible diputado la escucha, comprende, se responsabiliza del problema y presenta en 2013 una emocionante proposición no de ley para dar respuesta a estas lamentables situaciones. Toda la Comisión de Justicia en el Congreso apoya esta proposición, salvo Amaiur.
Y en un Juzgado de lo Social, en enero de 2014, un magistrado con mayúscula dicta sentencia. Tras un espléndido razonamiento, su señoría concluye: si por la Ley Orgánica contra la violencia de género, el condenado por matar a su cónyuge no podrá percibir pensión de viudedad cuando la víctima fuera causante de la pensión, la interpretación analógica impone otorgar en este caso a la huérfana la pensión de orfandad absoluta. Impecable. La Seguridad Social no recurre la sentencia, y Salud recibe la Justicia que merecía.
Pero en España, desde el año 2012, hay más de 129 menores en esta situación de vulnerabilidad y desamparo. Había una proposición no de ley votada por todos, salvo Amaiur. Había una sentencia pionera. Pero la norma debía modificarse para todos. El diputado persiste en sus esfuerzos, y en el Senado, con la ayuda de una senadora, logra que la solución se introduzca en la ley. Y así consta en la disposición final décima de la ley 26/2015, de 28 de julio, de modificación del sistema de protección a la infancia y a la adolescencia.
En España no tenemos un muro de los justos, como en el Jardín de los Justos en Jerusalén se inscriben los nombres de los Justos entre las Naciones, de aquellos que no aceptaron que esto es lo que hay; y se rebelaron con valentía moral, cada uno a su manera, contra la barbarie nazi.
Un papel de periódico es un buen sitio para iniciar aquí algo así como el Muro de los rebeldes justos. De quienes no aceptan lo que no debe ser, y sin pancartas, ni gritos ni asaltos, desde su personal ámbito de actuación, se rebelan y con esfuerzos, incomodidades e incluso falta de comprensión por algunos, logran que la máquina cumpla con su función. De quienes no dicen, alzando los hombros, esto es lo que hay. En este momento, falto de tono vital parece, de la sociedad española, tres personas, desde campos hoy frecuentemente criticados, abogacía, Congreso de los Diputados y tribunales, demuestran con su conducta que las cosas que van mal se pueden arreglar. Si se quiere y se trabaja para conseguirlo.
Gracias, infinitas gracias a la abogada de Almería doña María Vázquez. Al diputado del Grupo Popular en el Congreso José Miguel Castillo Calvín. Y el último, pero no al final, al magistrado-juez del Juzgado de lo Social n.º 3 de Almería, Juan Carlos Aparicio Tobaruela. Y a todos los que les han seguido. Gracias, ciudadanos rebeldes dentro de la ley. Vuestro ejemplo anima a seguir luchando por una sociedad más justa. Sois admirables.