LA PRÓXIMA AMÉRICA
Estados Unidos está dejando de ser predominantemente un país de blancos y envejece, aunque menos que Europa. La expectativa de vida ha aumentado y ha bajado la tasa de fertilidad. El mayor grupo de inmigrantes en los últimos años proviene de Asia y no de Latinoamérica, pero igualmente está compuesto por familias con más hijos y una ética del trabajo muy desarrollada. En esta sociedad más diversa y multirracial, los ochenta millones que componen la generación de los Millennials (los nacidos después de 1980) empiezan a ser reconocidos como un factor político determinante. Aunque sus miembros con frecuencia se dicen independientes, tienden a votar demócrata y prefieren un gobierno federal intervencionista. No quieren ataduras institucionales o políticas y el matrimonio no es uno de sus puntos fuertes. Se definen a través de la tecnología y con sus selfies y tatuajes resultan tan narcisistas como lo fueron los baby boomers, hoy muchos jubilados. Conforman la primera generación de la historia reciente de Estados Unidos que tiene menos oportunidades económicas que la anterior, hasta el punto de que hoy casi el 60 por ciento de los norteamericanos vive en hogares compartidos por miembros de varias generaciones.
El cálculo es que sin grandes reformas en 2030 la seguridad social no funcionará, ni tampoco Medicare, el popular programa de asistencia sanitaria a los mayores. Algunos de los mejores analistas de estas tendencias sociales, como Paul Taylor, autor del libro La próxima América, proponen un gran pacto entre generaciones, para cuidar mejor de sus jubilados a cambio de facilitar empleo y oportunidades a los más jóvenes, así como extender este acuerdo a todo el arcoíris racial. Pero los grandes pactos de política doméstica se han hecho más difíciles, por la polarización y el bloqueo de la política en Washington, a lo que contribuyen decisivamente las injustas normas de financiación de las campañas electorales, que dan voz real a muy pocos en la selección de los candidatos y sus programas.