REPUBLICANOS EN BUSCA DE AUTOR
El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha vuelto a recordar que tiene la última palabra sobre las reglas del juego político. Tras una deliberación muy reñida, el miércoles pasado inclinó la balanza a favor de los que piensan que no deben existir apenas límites en la financiación de múltiples campañas electorales por grandes donantes. La libertad de expresión, explicó el presidente de los jueces, John Roberts, a veces protege cosas repugnantes, como puede ser el caso del dinero en la política. Esta decisión da alas a los candidatos republicanos, más respaldados por este tipo de donaciones, convencidos de que en las elecciones legislativas de noviembre se harán con la mayoría en el Senado.
No obstante, este clima de euforia puede volverse contra ellos. Tras la sonada derrota de Mitt Romney, los republicanos tienen pendiente decidir si mantienen sus mensajes más radicales, a pesar de que el Tea Party ha perdido fuelle, o si se convierten en la gran tienda de campaña de la que hablaba Ronald Reagan, en la que conviven distintas sensibilidades, desde las más conservadoras a las más centristas. El riesgo de ganar este otoño las legislativas y perder en 2016 la Casa Blanca, por tercera vez consecutiva, parece real.
Uno de los asuntos centrales para redefinir el alma republicana es la política de inmigración y la relación con los hispanos. La reforma propuesta por el presidente Obama no avanza en el Legislativo. La Casa Blanca estos días no tiene ganas de pelea. Ni siquiera está apuntándose el éxito de la recuperación económica o el hecho de que, gracias a la reforma sanitaria, diez millones de ciudadanos sin ningún seguro médico han pasado a tener esta protección. Hace unos días Jeb Bush, hijo y hermano de presidente, exgobernador de Florida y partidario del viaje al centro, acudía a Las Vegas a reunirse con Adelson, uno de los principales donantes republicanos. Las elecciones del año 2016 podrían convertirse en un enfrentamiento dinástico entre los Clinton y los Bush.