UNA FANTASMAGORÍA
El Tribunal Constitucional ha desestimado el recurso de inconstitucionalidad que presentaron 60 senadores socialistas contra la supresión de sueldos fijos a 42 de los 49 parlamentarios de Castilla-La Mancha. Esos sueldos se sustituyeron por dietas de asistencia como una forma de recortar en tiempos de crisis. Que los políticos den ejemplo, sufriendo también las consecuencias de nuestra vapuleada economía, es ciertamente alentador para el ciudadano medio, pero ello exige que se haga de acuerdo con criterios racionales y, en este caso, constitucionales. De ahí que la resolución del Tribunal sea discutible, a mi juicio, por una razón de fondo y por varias de forma.
En cuanto a la primera, debo de confesar que soy consciente del difícil papel que le toca representar en este tiempo al Tribunal Constitucional, pues su misión es cada día más problemática: no sabemos ya con certeza -especialmente en lo que concierne al Estado de las Autonomías- lo que se ajusta o no a la Constitución. Uno de nuestros mejores especialistas en esta materia, Santiago Muñoz Machado, acaba de escribir estas palabras que yo suscribo: “Está emergiendo con fuerza una Constitución aparente. Entiéndase: no publicada en parte alguna, y ni siquiera susceptible de ser invocaba o citada con precisión porque sus preceptos no están escritos; son imaginarios y se elaboran y consolidan siguiendo procedimientos desconocidos, que no se parecen a las prácticas universales que han descrito los estudiosos del constitucionalismo. Lo único visible de la Constitución nueva es que está desplazando enérgicamente a la Constitución escrita”.
Pues bien, si advierto de esta circunstancia es porque no se pueden seguir tomando decisiones en cada comunidad autónoma diferentes de las que se toman en las demás. Aunque la idea de María Dolores de Cospedal sea válida no basta con que una comunidad se pronuncie por esa reforma. Lo que España necesita es una reforma racional y global del Estado de las Autonomías.
El método de ir reformando una casa de vecinos en quiebra según lo que decida cada vecino no asegurará la estabilidad del edificio entero, sino todo lo contrario. Lo que cada vez resulta más necesario en nuestro país es una reforma general, y no por parcelas, del Estado autonómico.
Sea lo que fuere, el Tribunal no ha tenido en cuenta que el Reglamento de Castilla-La Mancha rompe con la igualdad de todos los diputados, y que las normas no pueden cambiarse mientras se juega el partido, pues ha señalado así que puede ser constitucional una fantasmagoría.
