ABC.es 17.09.13
Joven Letrado del Consejo de Estado se convirtió pronto en catedrático de su especialidad en las universidades de Valladolid (1957) y Complutense de Madrid (1962), de la que, desde 1970, fue Jefe de Departamento. Desde 1988 era Profesor Emérito y miembro del Colegio Libre de Eméritos de Madrid.
Una de sus mayores virtudes fue su vasta heredad de discípulos. Creó una gran escuela, la más numerosa e influyente de España. Se le ha considerado, asimismo, el jurista de la Transición, es decir, la personalidad del mundo jurídico que fue capaz de construir un derecho administrativo durante el régimen de Franco en el que ya se abría el paso a las estructuras y principios del derecho público y del Estado de la democracia que surgió de la Transición. Gracias a su obra teórica, el cambio de régimen pudo hacerse sin apartarse de la ley. O, como supo acuñar entonces Torcuato Fernández Miranda: Se trataba de ir de la ley a la ley a través de la ley. En este sentido, todo lo que desde nuestra perspectiva actual se considera clave para la democracia, tanto el Estado de Derecho como la separación de poderes, y otros principios, se basan en el derecho que elaboró García de Enterría. La Constitución de 1978 se inspiraría en algunos de sus principios y doctrinas de manera literal.
En los primeros años de la democracia García de Enterría se pasó al Derecho Constitucional, en unos tiempos en los que todavía no había, por razones obvias, constitucionalistas.
Sus textos tuvieron gran difusión internacional, ya que sus libros son manejados habitualmente en toda América y han sido traducidos al francés y al italiano. Es autor de una treintena de libros, entre los que destaca su Curso de Derecho Administrativo, junto a Tomás Ramón Fernández. Escribió también Fervor de Borges, De Montañas y hombres y Hamlet en Nueva York: autores, obras, paisajes. Escritos literarios. Esa curiosidad literaria que le llevó a escribir sobre Borges y ser uno de sus máximos conocedores le abrió las puertas de la Real Academia Española.
Un gran humanista
El exdirector de la Docta Casa y hoy director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, recordaba anoche al académico y al amigo: Eduardo ingresó en la Academia inmediatamente después que yo. Teníamos una relación muy estrecha. En nuestras constantes conversaciones, recordaba los comienzos de la Guerra Civil. Su padre temió que el colegio donde él estudiaba hubiera quedado derruido por las bombas. García de la Concha, primero como secretario y, más tarde, como director de la Real Academia Española, le encomendó a García de Enterría que dirigiera la revisión del léxico jurídico. Se dedicó a ello de manera muy intensa durante años con un equipo de colaboradores. Pero también coincidimos los dos en la misma Comisión de Ciencias Sociales. Pude conocer al gran jurista que fue, al verdadero fundador del derecho administrativo español. Recuerdo su discurso de ingreso en la Academia: La formación del derecho público europeo tras la Revolución Francesa. Fue un discurso memorable. Pero, aparte de ser un gran jurista, era un humanista con gran inquietud literaria. Le gustaba muchísimo escribir. Era un hombre con una gran riqueza intelectual. García de la Concha le recuerda como un gran amante de la montaña; también como un hombre fidelísimo: Es una pérdida para la Academia muy importante. Tenía una autoridad reconocida por todos.