SE BUSCA GOBIERNO
El vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, puede tener buenas razones para pedir la rebaja de sueldos en España, pero algo falla cuando esta medida es reclamada por un político que no ha sido elegido por los ciudadanos a los que pretende gobernar y exigir sacrificios. El europarlamentario Andrew Duff lleva tiempo proponiendo una idea tan sencilla como clarividente: en la Unión Europea hay que poner en pie un gobierno, las demás reformas derivarán de este primer movimiento.
En efecto, la llamada Unión Política es al mismo tiempo la parte más urgente del rediseño de la moneda común. Sin un gobierno elegido por una Cámara a su vez votada por los ciudadanos, no podremos mejorar en cuestiones tan básicas para la democracia europea, como la rendición de cuentas o la posibilidad de enviar al ejecutivo a su casa, cuando su desempeño sea deficiente.
Solo con una Comisión convertida en un gabinete respaldado por una mayoría parlamentaria, la visión política de Europa que hayan elegido los votantes guiará la acción de gobierno. La resistencia a dar este paso es grande. Como ha explicado el profesor Joseph Weiler, la democracia no estaba en el ADN del proyecto original, un proceso en su momento justificadamente elitista, basado en alcanzar resultados urgentes, como la paz o la reconstrucción económica.
No obstante, el paso de una integración inspirada en ese elitismo inicial a una forma del poder mucho más democrática es complicado, por las resistencias de tecnócratas y expertos a perder influencia y porque nadie sabe muy bien cómo se configura una democracia asentada sobre una multiplicidad de pueblos europeos. El otro obstáculo son los gobiernos nacionales que, desafiados por la crisis del euro, han caído en el error de convertir al Consejo Europeo en el centro de gravedad del sistema político, lo cual resta visión de conjunto, dificulta la rendición de cuentas y hace más ineficaz la formulación y la puesta en práctica de la política europea.