AL SERVICIO DE LA NACIÓN
El jueves se inauguró en Dallas el Museo y Biblioteca George W. Bush, siguiendo la tradición de conmemorar a cada uno de los ocupantes de la Casa Blanca con un centro que albergue sus archivos y explique y proyecte sus ideas. Además del presidente Obama, otros tres expresidentes asistieron a la ceremonia. Uno tras otro elogiaron algún aspecto del doble mandato de Bush hijo, un presidente polémico que polarizó enormemente a la sociedad norteamericana.
El más expresivo fue Bill Clinton, que con el tiempo ha establecido una verdadera amistad con la familia Bush y hasta afirma sentirse miembro del clan tejano. La foto de los cinco presidentes vivos es más que un posado excepcional. Causa admiración el espíritu de servicio al bien común que por regla general inspira a los antiguos presidentes de Estados Unidos. En un libro reciente titulado El club de los presidentes, Nancy Gibbs y Michael Duffy explican con detalle cómo desde la Presidencia de Harry Truman se ha creado un club informal en el que se integran los antiguos ocupantes de la Casa Blanca para ponerse a disposición del jefe del Estado en activo, con independencia de rivalidades ideológicas o personales.
Truman y Hoover
Todo empezó en 1945. Tras la muerte de Franklin Roosevelt, su vicepresidente Truman tomó el relevo lleno de dudas sobre su propia capacidad política para liderar el país. A los dos meses llamó a Herbert Hoover, un presidente republicano desprestigiado por la gran recesión, para pedirle ayuda en la tarea de luchar contra el hambre y comenzar la reconstrucción económica en el continente europeo, en los primeros compases de la guerra fría.
Hoover era un formidable organizador y triunfó en su cometido. El encargo siguiente fue diseñar una reforma del poder ejecutivo, que fortaleció enormemente a la presidencia. Unos años después, el expresidente Eisenhower asesoró a Kennedy para que saliera airoso de la crisis de los misiles de Cuba y estuvo a su lado (y posteriormente con Lyndon B. Johnson) en las difíciles decisiones sobre Vietnam.
Una colaboración incondicional había sido ofrecida por tres expresidentes a Johnson a las pocas horas del asesinato de Kennedy, en unos momentos de gran confusión y dolor. Tan solo Nixon se quedó sin el apoyo de sus predecesores, por su conducta poco ética y porque fueron falleciendo durante sus mandatos. A cambio, el californiano fue un expresidente volcado en compartir su impresionante capacidad de análisis en asuntos internacionales con los siguientes ocupantes de la Casa Blanca.
Reagan, Nixon, Ford y Carter
Durante la etapa de Reagan, Nixon, Ford y Carter viajaron juntos al funeral en El Cairo del asesinado Sadat y se hicieron amigos durante este peligroso viaje, en el que temieron por su vida. Carter medió en Corea del Norte, Oriente Medio y en Haití en nombre de distintos presidentes. Bush padre apoyó a su hijo en sus acciones bélicas, a pesar de que contradecían la doctrina realista que había practicado como presidente.
Clinton tuvo a su disposición a seis expresidentes y con su empatía legendaria aprovechó la experiencia de todos, en especial de los republicanos. Reagan le enseño a hacer bien el saludo militar. Cuando terminó su segundo mandato, el presidente demócrata hizo muy buena amistad con Bush padre, al que había derrotado. A pesar de las primarias en las que Hillary compitió duramente con Obama, Bill Clinton ha acabado creando una relación de confianza con el actual presidente. El servicio a la nación y el apoyo tácito al ocupante de la Casa Blanca se han convertido en la norma no escrita del club.