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Tiempo decisivo de reformas; por Ignacio Astarloa, Director del Área de Constitución e Instituciones de la Fundación FAES

05/07/2012
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El día 5 de julio de 2012, se ha publicado en el Diario ABC, un artículo de Ignacio Astarloa, en el que el autor opina que es un momento para reformas profundas, estructurales, tanto en el ámbito económico como en el institucional.

TIEMPO DECISIVO DE REFORMAS

“Está pendiente la estabilización definitiva de la estructura territorial que, garantizando la unidad nacional, supere el vaciamiento creciente de lo común y la multiplicación de entidades con competencias repetidas”

En este tiempo de crisis, que no es sólo económica, sino también política e institucional, se impone la ejecución de una agenda completa de reformas. Reformas para salir del hoyo profundo al que nos han empujado los desdichados años de zapaterismo. Reformas para modernizar un Estado políticamente cuestionado y presupuestariamente inviable. Reformas para recuperar y fortalecer una buena Constitución que corre el riesgo de convertirse en retórico papel mojado. Reformas para que el cumplimiento de la ley y la honradez en la gestión de dinero público sean el norte de la actuación de todos, combatiéndose drásticamente la corrupción. Reformas para superar la vergüenza insuperable de que quienes siguen vinculados a una violencia que ni abandonan ni condenan controlen las instituciones y se financien con dinero público. Reformas para recuperar un proyecto nacional y un horizonte de esperanza como país.

Hablo entonces de reformas profundas, estructurales, tanto en el ámbito económico como en el institucional. Reformas afrontadas y realizadas con una perspectiva integral, sin tacticismos ni reservas electoralistas. Sólidamente pensadas y diseñadas, y decididamente ejecutadas, con el liderazgo que permite -y obliga- la sólida confianza que una abrumadora mayoría de ciudadanos.

Del más largo alcance ha de ser la reforma de la educación, clave para ganar el futuro, frente a las debilidades graves que el país mantiene desde hace años en este decisivo capítulo, como destacan machaconamente todos los indicadores internacionales.

La reforma política tiene que ser mucho más que el adelgazamiento del aparato público, la austeridad o el incremento de la eficacia administrativa. Esta pendiente la estabilización definitiva de la estructura territorial que, garantizando la unidad nacional, supere el vaciamiento creciente de lo común y la multiplicación de entidades con competencias repetidas. Ha llegado la hora de superar el paradigma de la descentralización infinita que deja al Estado como sujeto residual a extinguir; de frenar la disolución de los elementos identitarios comunes; y de dotar de racionalidad económica al modelo territorial, tanto en lo que se refiere al estado autonómico como a los entes locales. Hablar de unidad de mercado, de estabilidad presupuestaria, de control presupuestario de todas las Administraciones, de eliminación de duplicidades competenciales u orgánicas innecesarias, parece hoy indispensable

Hay también que revisar y fortalecer la división de poderes, mejorando nuestros procedimientos democráticos, corrigiendo la fragilidad de numerosas instituciones y revisando los excesos de la partitocracia. La apuesta por la democracia representativa ha de ser decidida y firme, basada en un reformismo crítico que mejore nuestro sistema electoral, fortalezca el papel del Parlamento, revise todas las Administraciones y propicie la indispensable reforma de la Justicia. Incluyendo la reforma de la Ley de Partidos, entre otras cosas para reparar los daños gravísimos causados en la misma por las recientes y desdichadas sentencias del Tribunal Constitucional, otra institución que, especialmente tras las presidencias de Casas y Sala, reclama a gritos una revisión en profundidad.

Tenemos en fin que actuar sobre nuestro Estado del bienestar, para hacer sostenibles las políticas sociales en tiempos de gran dificultad. No basta con ajustar el gasto en sanidad, pensiones o educación. Necesitamos reformas que sitúen el Estado Social en un escenario de sostenibilidad, de eficiencia y equidad.

Sobre éstas y otras importantes cosas estamos reflexionando esta semana en el Campus FAES, clarificando los criterios intelectuales y las actitudes morales para construir un futuro robusto y sostenible, al tiempo que rendimos homenaje a la Constitución de 1812. Estoy seguro de que afrontando las reformas seremos capaces de devolver la fe en España y de recuperar los valores que la vertebran y cohesionan.

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