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El juez en su juzgado: Medios y horarios a los jueces; por José Eugenio Soriano, Catedrático de Derecho Administrativo

20/01/2012
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El día 18 de enero de 2012, se ha publicado, en el diario elimparcial.es, un artículo de José Eugenio Soriano, opina que hay que poner, horario a los Jueces, con toda flexibilidad, pero haciendo que los letrados conozcan de antemano cuando y donde está su Juez. Trascribimos íntegramente dicho artículo.

EL JUEZ EN SU JUZGADO: MEDIOS Y HORARIOS A LOS JUECES

La profesión, en realidad Institución, más importante en la vida jurídica de las personas, acaba de una u otra manera siendo el Juez.

El oficio de los Reyes, comenzó precisamente siendo el de juzgar. Los atributos de la majestad resuenan tanto en la Judicatura que en Derecho comparado, con alguna razón, todavía se llaman “Cortes” a los Tribunales. Y es que en efecto, el arte de juzgar es cosa entre divina y humana. Su importancia es tal que no existe sociedad alguna que carezca de esta figura. Así, otras profesiones importantes en el mundo del Derecho, de las que aquí en España conocemos algunas, desde Notarios a Registradores, desde Letrados del Consejo a Abogados del Estado, son importantes aquí y ahora, pero no resisten comparación alguna con la figura del Juez en lo que a la universalidad e importancia hace. No hay ciudadano o empresa que no tenga muchas veces a lo largo de su vida que pensar en una Sentencia, de la cual, puede depender su libertad, su seguridad, su patrimonio o hasta su felicidad.

Cuidemos pues a los Jueces. Y, naturalmente, que ellos cuiden de la sociedad, a la que al final acaban rigiendo en su vida civil cotidiana.

Cuidar a los Jueces significa, por de pronto, darle medios. Y hoy por hoy, la pobreza de medios es notable. Y lo peor de todo, muy variable de Autonomía en Autonomía. Hoy la Oficina judicial es, claramente, la Oficina Imposible: el Juez es independiente y si acaso ha de responder lo hace ante el Consejo General del Poder Judicial. El Secretario Judicial, con tantas funciones añadidas recientemente, resulta que viene a depender del Ministerio de Justicia y los auxiliares administrativos, en casi todos los casos, dependen de la Comunidad Autónoma. Eso no hay quien lo gestione y alguna medida hay que comenzar a adoptar.

Los medios han de ser de todo tipo, desde luego, en primer lugar, los medios materiales, los informáticos - hoy capitales - y los recursos humanos.

También medios procesales, y remedios de toda índole. Y en esta línea, tienen que adoptarse remedios que permitan cambiar en algún punto la mentalidad judicial, en concreto en todo lo que hace a la ejecución de Sentencias que, hoy por hoy, es un “punctum dolens” de la Justicia. Así, el Juez contencioso, todavía, no tiene incorporado totalmente a su mentalidad y a su cultura interna que una Sentencia no ejecutada no es una Sentencia. No tiene ningún sentido hoy la separación entre el proceso que culmina en una Sentencia y su ejecución. No tiene ningún sentido que sea otro Juez y años más tarde el que lleve a cabo la ejecución de una Sentencia de un Juez Contencioso que a lo mejor hace años que no está en el Juzgado o Tribunal, de forma que cuando años después viene otro Juez a ejecutar esa Sentencia, puede tener que ponerse a estudiar el asunto de nuevo y, además, siente como extraña la Sentencia que va a ejecutar. Esto no es responder a las exigencias de la Justicia en nuestros días.

Igualmente, hay que decir que tiene importancia, ya, que el Juez pueda tener presencia directa, inmediata y continua en el Juzgado. No tiene el menor sentido tampoco que el Juez esté ausente y aparezca de forma discontinua en el Juzgado o Tribunal. La justicia se resiente, el abogado se desespera, el asunto se hace eterno, - eternizar es una palabra al uso cotidiano con los tiempos que tardan los juicios - y la presencia judicial con todo el prestigio que ello supone, se resiente.

Hay que poner, definitivamente, horario a los Jueces. Con toda flexibilidad, pero haciendo que los letrados conozcan de antemano cuando y donde está su Juez.

El Juez en su Juzgado. Esa es la fórmula. Y todos, a empezar los propios Jueces, ganarán con ello. Ganarán en prestigio, conocimiento concreto de la realidad y estarán en condiciones de exigir muchos más medios ya que la presencia cotidiana acaba traduciéndose en la denuncia real y concreta de lo que efectivamente le sucede a su alrededor.

Exijamos pues estos horarios, estos medios y, finalmente, colaboremos así a que con pedido de tales deberes, luego sus requerimientos tengan que ser necesariamente atendidos.

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