UN EJEMPLO DE HIERRO
A través de una interpretación magistral, Meryl Streep recupera la figura de Margaret Thatcher en la recién estrenada película La Dama de Hierro. La trayectoria de Thatcher ofrece uno de los mejores ejemplos recientes de liderazgo, en una Europa que comienza el año con muchos desafíos y pocos estadistas. No basta con que Alemania haya impuesto su camino de austeridad. Para salvar el euro es preciso repensar el gobierno de la UÉ, de modo que funcione tanto en el plano democrático como en el económico y financiero. Por ello, además de la aportación de Merkel, hace falta que otros dirigentes nacionales estén dispuestos a invertir su capital político para salvar la amenazada integración monetaria, que se apoya en 17 contratos sociales bien distintos, tantos como países participantes en la moneda única. Por ahora no hay suficientes jefes de gobierno tan poseídos de espíritu integrador que arriesguen su carrera en salvar la unidad continental. Merkel y Sarkozy necesitan que Monti y Rajoy se incorporen a esta empresa de riesgos compartidos. La polémica ejecutoria de Thatcher ilustra no obstante las habilidades políticas necesarias para liderar en tiempos difíciles.
La paradoja es que la menos europeísta de su generación da lecciones duraderas de gobierno en tiempos nublados para la Unión Europea. De la manera de conseguir poder y de ejercerlo por la hija del tendero del perdido pueblo de Grantham se puede aprender mucho. Supo conjugar la defensa acendrada de principios con una capacidad negociadora metódica y persistente. Aunó el trabajo duro y la preparación exhaustiva con una retórica que conectaba con la demanda social de regeneración y de cambio en su país. A lo largo de una vida consiguió reputación, experiencia, puestos y relaciones informales y se lo gastó todo cuando lo consideró adecuado, once trepidantes como primera ministra, demostrando que el mejor hombre para la tarea más dura era una mujer.