La sentencia relata como una de las armas no reglamentadas simulaba la apariencia de un bolígrafo y que funcionaba correctamente, y cómo tenía seis cargadores, 2.210 cartuchos, 1.573 balas y 1.037 vainas, cuando la ley permite gastar 1.000 municiones al año, pero sólo permite almacenar 200 a la vez.
Durante el juicio, el acusado reconoció que era cazador y que practicaba el tiro olímpico, por lo que el juez ha considerado que no es posible que no conociera lo que exige la ley para almacenar estas armas.
De las armas encontradas, las que tenían licencia eran pistolas semiautomáticas; las inutilizadas eran revólveres; las no reglamentarias eran un revólver, un pistola y el arma-bolígrafo; y el arma de guerra era un subfusil que el acusado aseguro que se había encontrado en el monte y que no había sabido qué hacer con él, por lo que lo guardó.
El juez entiende que además del delito de tenencia ilícita de armas, por el que le condena a un año y medio de cárcel, el acusado ha incurrido en un delito de depósito de armas de guerra y de municiones, por lo que le castiga por el delito mayor --el de armas de guerra--, a seis años de cárcel, y le prohíbe tener armas por un periodo de 13 años. Fuente: Europa Press
