§1014921
EL NUEVO SUPREMO DE EEUU
La confirmación por el Pleno del Senado de Samuel Alito como magistrado (justice) número 110 del Tribunal Supremo de Estados Unidos, ha despertado singular atención en los medios políticos y jurídicos de todo el mundo. Y no sólo por la dureza de las interpelaciones en el Senado, que llegaron hasta las lágrimas en la esposa del candidato. La razón estriba en que un presidente conservador acaba de aportar dos nuevos jueces (Alito y el presidente del Supremo Roberts) al mayor centro de poder jurídico de la tierra. Ambos con la máxima clasificación del Colegio de Abogados, que suele ser el patrón oro de los candidatos judiciales. El Tribunal Supremo estadounidense adopta así una configuración inédita, con siete jueces nombrados por presidentes republicanos (uno Ford, dos Reagan, dos Bush padre y dos George W. Bush) y dos solamente designados por un presidente demócrata (Clinton). Sin contar los que pueda nombrar Bush en lo que le resta de mandato.
Contra lo que se cree, la mayor confrontación entre estos nueve escorpiones encerrados en una botella no se centrará solamente en los temas sociales: aborto, pena de muerte, uniones homosexuales, legalidad de medidas terroristas, etcétera. Radicará, más bien, en una cuestión de técnica jurídica, que ha enfrentado a jueces y constitucionalistas norteamericanos durante décadas. Me refiero al mismo método de interpretación de la Constitución.
En principio, el texto constitucional viene a decir que el Congreso legisla, el Ejecutivo aplica las leyes y el Judicial las interpreta y aplica. A eso se llama equilibrio de poderes. En este planteamiento, se dice, el Tribunal Supremo lo que debe hacer es una búsqueda intelectualmente honesta de la verdadera intención de los Fundadores de la Constitución americana. Los jueces no son legisladores. Tampoco activistas que quieren con sus decisiones indagar en los recovecos oscuros de la Constitución, extrayendo soluciones no incluidas en su letra. Cuando la mayoría del TS dio indirectamente el triunfo a Bush en el voto sobre las elecciones de Florida estaba basculando sobre esta interpretación.
Pero la realidad es que buena parte de los jueces -del Tribunal Supremo y de otras Cortes- han seguido un camino interpretativo diverso, en el que prevalecen lecturas imaginativas del ambiguo texto constitucional. Para estos juristas el texto constitucional sería una especie de novela por entregas. Los Fundadores habrían escrito el capítulo primero con pulso firme (Neuborne). Pero cada generación judicial posterior escribe nuevos capítulos, entrelazados por una red de principios, que harían de la Constitución americana un texto en continua revisión. Esto ha convertido al Tribunal Supremo en un motor de cambio. Pero no siempre de cambio adecuado. Por ejemplo, la creativa sentencia en el caso Dred Scott, al establecer que la Constitución impedía que los negros fueran tratados como ciudadanos, forzó de tal modo el texto legal que hizo inevitable la guerra civil. La sentencia Roe contra Wade, al expropiar a los estados la facultad de regular o limitar el aborto - en una interpretación discutible de supuestos derechos federales escondidos en el texto legal- se calcula que ha producido 53 millones de abortos.
Los nombramientos de Alito y Roberts ponen en primera línea esta confrontación, pues incrementa el bloque de los magistrados intencionalistas (contrarrevolucionarios, dirían los activistas), hasta ahora claramente representados por Scalia y Clarence Thomas, y más dudosamente por Kennedy. Frente a ellos estarían Souter, Stevens, Ginsburg y Breyer, decididos partidarios de una interpretación creativa de la Constitución. Esta ligera mayoría de magistrados conservadores sobre activistas puede resultar engañosa si Kennedy hace de hombre péndulo, alineándose alternativamente con unos u otros. Lo que es claro es que el Supremo inicia una nueva andadura, en la que la era Roberts es todavía una incógnita. Entre otras cosas, también porque nunca el Tribunal Supremo de EEUU ha tenido una mayoría de cinco jueces católicos: Scalia, Kennedy, Roberts, Clarence Thomas y, ahora, Alito.