En la opinión del autor, el Tratado por el que se establece la primera Constitución para Europa representa, en primer lugar, la culminación de un proceso.
La primera Constitución para Europa viene a representar la confirmación de este modelo político, económico y social: “Un continente unido en la diversidad”.
Según Juan Manuel Fabra Vallés, para entenderlo en toda su trascendencia histórica hemos de echar la vista atrás, y recordar brevemente el camino recorrido desde los años que siguieron al final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. Este ejercicio nos ayudará a valorar con la importancia que se merecen todos los logros alcanzados.
En opinión del autor, la Constitución Europea, en primer lugar, está llamada a ser el símbolo de un proyecto común; en segundo lugar, es la culminación de un proceso que reafirma sus valores, logros y compromisos adquiridos; por último incorpora importantes novedades, algunas de las cuales serán determinantes para seguir avanzando en el proyecto europeo.
La Constitución europea clarifica y simplifica el contenido de los tratados e indica claramente las áreas sobre las que los estados miembros han transferido competencias a la Unión. Distingue así entre categorías exclusivas de la Unión y categorías compartidas.
Entre las novedades más relevantes que incorpora la Constitución estarían, según el autor, la Presidencia permanente del Consejo europeo o la creación del ministro de Asuntos Exteriores de la Unión.
En opinión de Juan Manuel Fabra Vallés, serían muchos más los aspectos a destacar, como la nueva cláusula de solidaridad en casos de catástrofes naturales o ataques terroristas, la reafirmación de la política de cohesión económica social y territorial o la posibilidad de que existan cooperaciones reforzadas entre Estados miembros. Todos estos principios, los nuevos y los ya existentes, pero ahora reafirmados en el texto de la Constitución europea, nos han de permitir seguir avanzando en este modelo de paz, progreso y solidaridad.