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El retorno de la saga de los Kennedy; por Rafael Navarro-Valls, catedrático emérito de la Universidad Complutense

09/06/2023
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El día 9 de junio de 2023 se ha publicado, en el diario El Mundo, un artículo de Rafael Navarro-Valls, en el cual el autor opina que la posición de Robert Kennedy Jr. es muy débil; sus aspectos negativos priman sobre los positivos, pese a un reciente repunte en las encuestas.

EL RETORNO DE LA SAGA DE LOS KENNEDY

A las 00.10 del 5 de junio de 1968, dos balazos del calibre 22 abatieron al senador por Nueva York y firme aspirante a la presidencia Robert F. Kennedy. Enseguida le escribí a Ethel Kennedy, su mujer, embarazada del undécimo hijo, transmitiéndole mis condolencias.

Relativamente pronto me llegó su agradecimiento, con unas letras a las que adjuntaba un recordatorio de la muerte. En él se leía una breve oración escrita por el mismo Bob, adaptando un pasaje del Libro de Jeremías: “Me abandono, Dios mío, en tus brazos. Haz girar una y otra vez esta arcilla en manos del alfarero”. Siguiendo su estela, el tercero de sus hijos Robert F. Kennedy Jr. (69 años) -también sobrino del presidente John F. Kennedy- acaba de anunciar el 19 de abril su candidatura a la Casa Blanca. Antes de analizar sus posibilidades, comparemos su pedigrí con el de los otros tres Kennedy que aspiraron a sentarse en el Despacho Oval: John, Bobby y Ted.

El único que lo logró fue John (Jack para los suyos). Era inteligente, audaz, de notable valor físico y con un encanto personal lleno de magnetismo, con ese punto de escepticismo que le llevaba a cierto relativismo ante los acontecimientos. A esas cualidades se sumaron el ilimitado apoyo económico de su padre, la enérgica dirección de la campaña electoral por su hermano Bob -al que luego nombró Secretario de Justicia- y la indestructible unidad de toda su familia en torno a él. Su presidencia fue una era -y una vida- inacabada, que mostró un presidente con la fibra necesaria para serlo, pero con defectos de entidad. En realidad, su presidencia fue más una explosión de estilo, que de contenido.

Bob Kennedy -padre del hoy aspirante a la presidencia-, desde mi punto de vista, fue el mejor de los Kennedy. Era un buen político (senador y fiscal general), conocía palmo a palmo el mapa de la pobreza, de la incultura y la infelicidad. De ahí su vigorosa defensa de las minorías. Su muerte, con la Casa Blanca muy cerca, fue una de las mayores tragedias de las elecciones presidenciales. Estados Unidos perdió un hombre de estricta ética personal, una tremenda energía ejecutiva y un organizador de primera.

Ted Kennedy fue el más flojo de los tres hermanos, pues, entre otras causas, anímicamente pesaban sobre él los asesinatos de sus dos hermanos mayores. Gran trabajador, aguantó durante 47 años el escaño de Senador por Massachusetts e intentó -lleno de dudas- plantar cara a Jimmy Carter en el proceso de su reelección. Fue un error. Por dos razones. La primera fue el fantasma de Chappaquiddick. El confuso episodio en que falleció una antigua y joven secretaria del fallecido Bob, ahogándose en las aguas cercanas de un puente en la isla de Chappaquiddick. Sus actos fueron inexcusables: retrasó la denuncia del accidente, se dejó llevar por el pánico y sus declaraciones fueron caóticas.

¿Ante estos antecedentes familiares, quién es en realidad el cuarto aspirante a la Casa Blanca de la saga Kennedy? Robert F. Kennedy Jr. es un prestigiosos abogado y activista ambiental, que trabajó con organización ecologista Riverkeeper, que dirigió la limpieza y protección del río Hudson. Fue abogado sénior entre 1986 y 2017 en el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales y es cofundador de una firma de abogados, la Clínica de Litigios Ambientales, donde ha procesado a numerosas empresas por contaminar Long Island Sound, así como el río Hudson y sus afluentes. Sin contar con sus 10 libros sobre la materia.

Esta preocupación por los temas sociales le asemeja a su padre Bobby. Sin embargo, adoptó una serie de posiciones radicales en relación con las vacunas y otros medicamentos. Según él, existe una “conspiración gubernamental para ocultar una conexión entre el timerosal (un compuesto organomercúrico con una reconocida acción antiséptica y antifúngica y que se empleaba en vacunas, entre otros usos) y la epidemia de trastornos del neurodesarrollo infantil, incluido el autismo. Probablemente este planteamiento se paliará un tanto, ya que Biden acaba de enunciar el final “de la emergencia sanitaria”, pasando las vacunas anti Covid a ser voluntarias.

Estas polémicas posiciones han llevado a que parte de su familia -si no toda-, aun reconociendo su posición ambientalista, lo haya criticado duramente, prometiendo su voto para Biden. Tres de sus familiares -la hermana, Kathleen Kennedy; el hermano, Joseph P. Kennedy; y su sobrina, Maeve Kennedy- denunciaron durante el Covid que Robert estaba siendo “parte de una campaña de desinformación que está teniendo consecuencias desgarradoras y mortales”. Incluso en 2021, Instagram cerró su cuenta por difundir afirmaciones “desacreditadas” sobre el Covid y las vacunas.

También se ha enfrentado a su madre y hermanos por su apoyo a la liberación de Sirhan Sirhan, el hombre que disparó y mató a su padre.

Es muy mala cosa para un Kennedy perder el apoyo familiar. Siempre ha sido la unidad en torno a los hermanos candidatos un estímulo imprescindible para luchar con entusiasmo.

Hay un aspecto de la vida de Robert Jr. que coincide con el desarreglo sexual de su tío, el presidente. Ambos tenían verdadera obsesión por las faldas. Pero con una diferencia: John logró que la prensa adoptara un verdadera conspiración de silencio en torno a su debilidad. Por otra parte, ni él ni Jackie recurrieron al divorcio para airearlo. La mujer de Jack, en este aspecto, es parecida a Hillary Clinton, que hubo de tragarse las infidelidades de su marido, pero sin recurrir al divorcio. El nuevo aspirante Kennedy a la Casa Blanca se ha divorciado dos veces y anda ahora por el tercer matrimonio.

En esta coyuntura, tuvo que soportar la tragedia de que su segunda mujer (Mary Richardson Kennedy), con el divorcio aun resolviéndose, apareciera ahorcada en su residencia en las afueras de Nueva York. Dejó una nota, cuyo contenido no ha trascendido. Como observa El Confidencial, tal vez tuviera que ver con el llamado Diario Íntimo de su marido, que ella descubrió y que hizo público. Se trata de una especie de folleto voluminoso (398 páginas) en el que Robert describe sus actividades diarias y sus vicisitudes políticas. Pero también hace público el nombre (no los apellidos) de unas 37 amantes (año 2013). Este aspecto probablemente no se beneficiará de otra conspiración de silencio, aunque en el propio diario se arrepienta de la acción de sus “demonios de lujuria”. De hecho, cuando un día no anota una infidelidad, suele poner “victory”, como alegrándose de no haber incurrido en ella.

No hay que olvidar que en la actualidad se han ido haciendo públicos los abusos de Biden, Trump, Michael Jackson, Silvio Berlusconi, Arnold Schwarzenegger y un largo etcétera. No parece que el flamante candidato Kennedy salga indemne en este aspecto de la campaña electoral.

¿Y qué posibilidades tiene en las primarias y en la convención demócrata frente al presidente Biden?

Es cierto que el longevo presidente tiene bastantes carencias. La primera, su elevada edad, que algunas veces le hace distraerse y confundirse. Tiene dificultades para articular sus discursos, no ha mostrado un buen desempeño en los debates, lo critican por falta de carisma y su imposibilidad de proyectar un mensaje inspirador. La cúpula demócrata lo apoya sin fisuras, pero el demócrata de a pie se resiste. Según la CNN, solo el 32% dice que Biden merece la reelección a la presidencia, cinco puntos menos que en diciembre. Los mayores cambios se producen entre los adultos más jóvenes, donde solo el 26% de los menores de 35 años opina que Biden merece otro mandato, por debajo del 36% en diciembre. Y, entre los liberales, ha pasado del 63% que decía que merecía la reelección en diciembre al 53% de ahora. Dicho esto, hay que añadir que ningún candidato sin apoyo de la cúpula del partido -Robert no lo tiene- suele salir elegido. Una excepción fue Obama, que comenzó contracorriente, pero, poco a poco -también por los errores de su adversaria, Hillary Clinton-, fue ganándose a los prebostes del partido demócrata, hasta salir elegido en la Convención de 2008.

En síntesis: la posición de Robert Kennedy Jr. es débil. Sus aspectos negativos priman sobre los positivos. Sin embargo, una reciente encuesta de CNN, detecta un cierto aumento de su popularidad, con apoyo de un elector demócrata sobre cinco. Veremos.

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