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¿Qué nos jugamos en Polonia?; por Jerónimo Maillo, catedrático Jean Monnet de Derecho UE de la Universidad CEU San Pablo y Roberto Vallina, socio de Roca Junyent

04/11/2021
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El día 4 de noviembre de 2021 se ha publicado, en el diario El País, un artículo de Jerónimo Maillo y Roberto Vallina en el cual los autores opinan que vivimos un momento crítico para el proceso de integración europea.

¿QUÉ NOS JUGAMOS EN POLONIA?

Tras una larga serie de sentencias en las que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) pedía dejar sin efecto determinadas reformas del poder judicial polaco que afectaban a la independencia de los jueces, el Gobierno polaco tomó la decisión de acudir a su Tribunal Constitucional. En su recurso, solicitaba que en esta materia primase el Derecho polaco sobre el Derecho de la Unión Europea y las sentencias del Tribunal europeo. Hace apenas unas semanas el Tribunal Constitucional polaco dictó sentencia estimando el recurso del Gobierno polaco. Esta sentencia supone un ataque frontal a uno de los principios esenciales de la Unión Europea (la primacía del Derecho de la Unión) y puede tener un efecto dominó de serias consecuencias, tanto para la permanencia de Polonia en la Unión Europea, como para el proceso de integración en sí mismo.

La primacía no es una cuestión menor. El edificio de la integración europea actual se sostiene sobre la base de que, en caso de conflicto entre las normas de la UE y las normas nacionales (incluidas las constitucionales), las europeas prevalecerán. En esto juega un papel central el TJUE, pues sus sentencias son de obligado cumplimiento y han de ser respetadas por todos los Estados miembros. Sin primacía no se puede asegurar el cumplimiento y la aplicación uniforme del Derecho de la Unión, garantizando la igualdad ciudadana.

Nunca antes un Tribunal nacional había llegado tan lejos. Ciertamente, otros Tribunales Constitucionales o Supremos de otros Estados miembros ya habían cuestionado con anterioridad el alcance de la primacía, pero nunca se habían atrevido a ir más allá. Siempre se trataba de una posibilidad de conflicto futuro y para casos concretos hipotéticos en los que la Unión Europea se excediese en sus competencias o el Tribunal de Justicia de la Unión no ejerciese un control adecuado.

Es la primera vez que se declara tan frontalmente que los Tratados de la Unión resultan inaplicables en un Estado miembro, según el Tribunal polaco por falta de competencias de la propia Unión (ultra vires). Los casos anteriores siempre se podían entender como un diálogo abierto entre dichos Tribunales nacionales y el Tribunal de Justicia de la UE para evitar conflictos futuros. Nada de esto ocurre esta vez. No solo existe una voluntad flagrante de desconocer el principio de primacía del Derecho de la Unión, sino que se materializa y se pone en práctica con consecuencias inmediatas: las normas europeas y las sentencias del Tribunal de Justicia de la UE dejan de aplicarse en Polonia en todo lo relativo al funcionamiento del poder judicial.

Las posibles consecuencias en el caso de Polonia ya se han puesto sobre la mesa: si no se diese marcha atrás, existe un riesgo claro de que dicho país acabe abandonando la Unión Europea (Polexit). Esta sentencia se da en el contexto de un conflicto abierto, cada vez más intenso, entre la Unión y el Gobierno polaco sobre el respeto a principios claves de la democracia liberal y los valores de la UE: independencia judicial, separación de poderes, respeto al rule of law (Estado de Derecho) o libertades públicas (LGBTQ+, mujeres, prensa). En esta deriva de tinte antiliberal, y que sigue la línea de otros Estados miembros como Hungría, Polonia acaba de doblar la apuesta.

La posición que está tomando Polonia es inadmisible y requiere de una reacción contundente por parte de la Unión Europea y del resto de Estados miembros. Las posibilidades son múltiples y, probablemente, la mejor estrategia sea una con múltiples frentes. En primer lugar, debe articularse una intensa presión política por parte no solo de las Instituciones de la Unión sino también del resto de Estados miembros. Todos deben trasladar con claridad el mensaje de que la primacía del Derecho de la Unión es una línea roja. Cruzarla abocaría a medio plazo a la salida de Polonia de la UE (el llamado Polexit), algo que ni la población polaca desea ni la propia Polonia se puede permitir. En segundo lugar, la Comisión Europea debería iniciar un procedimiento de infracción y llevar a Polonia con carácter urgente ante el TJUE, solicitando medidas cautelares y, en último término, la imposición de multas. En tercer lugar, debe utilizarse el procedimiento específico del artículo 7 del Tratado de la Unión Europea para suspender los derechos políticos de Polonia por infracción de los valores que inspiran la Unión Europea. Aunque éste es un procedimiento político que exige la unanimidad de los Estados miembros -y contra la que, previsiblemente, votaría Hungría- su activación trasladaría el mensaje de que la Unión Europea está dispuesta a llegar hasta el final. En cuarto lugar, debe actuarse desde el punto de vista presupuestario. La entrega de los fondos europeos que corresponderían a Polonia debe suspenderse hasta que el Gobierno polaco adopte un compromiso claro de respetar la primacía del Derecho de la UE y la autoridad del Tribunal de Justicia. Para adoptar esta suspensión basta una mayoría cualificada, por lo que parece una medida de presión más factible y efectiva. Sin embargo, a principios de este año, Polonia y Hungría interpusieron sendos recursos contra esta normativa que permite a la Comisión sujetar la ejecución de partidas presupuestarias al respeto del Estado de Derecho. El asunto se está debatiendo actualmente en el Tribunal.

Las medidas que se están barajando en contra de Polonia son muy serias, pero también lo son los problemas que se derivan de la sentencia del Tribunal Constitucional polaco. Si Polonia persevera en su posición, no cabe descartar un efecto dominó. Si se generaliza la voluntad de desconocer la primacía del Derecho de la Unión y el carácter vinculante de las sentencias del TJUE, el proceso de integración quedará gravemente perjudicado y países como Hungría podrían tomar pronto una deriva parecida.

Vivimos un momento crítico para el proceso de integración europea. De la firmeza de la respuesta a este inadmisible desafío dependerá el futuro de Polonia y, sobre todo, el futuro de la UE. La Comisión Europea y el resto de Estados miembros deben responder clara y contundentemente en el corto plazo. Todos debemos estar a la altura del desafío.

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