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Una maraña judicial para la destitución; por Rafael Navarro-Valls; catedrático, académico y analista de la Presidencia de EEUU

26/09/2019
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El día 25 de septiembre de 2019 se ha publicado, en el diario El Mundo, un artículo de Rafael Navarro-Valls, en el cual el autor opina que el problema es que a Donald Trump se le pueden acumular varias acusaciones en la Cámara de Representantes.

UNA MARAÑA JUDICIAL PARA LA DESTITUCIÓN

Los redactores de la Constitución norteamericana no deseaban que el despotismo ejercido desde el poder fuera eliminado por la rebelión o el asesinato. El mecanismo para neutralizarlo fue la destitución : el presidente, el vicepresidente y todos los funcionarios civiles “serán expulsados de su cargo si se comprueba que han cometido traición, soborno, otros graves delitos o incurrido en mala conducta”. (artículo 1 )

Catorce veces la Cámara de Representantes americana, resolvió enviar al Senado los llamados “artículos de revocación”, es decir, propuestas concretas de destitución. Cuatro de ellos prosperaron : tres jueces federales y un senador fueron considerados culpables y destituidos. Solamente dos veces la Cámara envió al Senado la propuesta de revocación de dos presidentes en ejercicio: Andrew Johnson y William Clinton. Richard Nixon dimitió antes de que la Cámara enviara al Senado la propuesta de destitución.

Los demócratas - o buena parte de ellos- desean que Donald Trump sea el cuarto presidente contra el que se inicia un proceso político ¿Qué posibilidades tienen de que prospere el intento?

Ante todo, conviene tener en cuenta que un proceso de este tipo exige bastante tiempo. Los protagonistas - por orden de aparición en el dramatis personae - son : 1) El Comité de Asuntos Judiciales de la Cámara de Representantes, que debe buscar y encontrar las pruebas correspondientes, antes de emitir una resolución de investigación; 2) El pleno de la Cámara de Representantes (dominado por los demócratas) que deberá votar - mayoría simple- sobre esa resolución; 3) Si son aprobados “los artículos de la revocación”, el asunto pasará al Senado (mayoría republicana), donde el presidente enfrentaría el juicio propiamente dicho, como si estuviera ante un Tribunal.

Este lapso de tiempo (entre seis u ocho meses, si todo va bien para los intereses demócratas ) hará que se entrecrucen la campaña presidencial y el propio proceso de impeachment.. Demócratas y republicanos se apresurarán a presentar sobre los focos políticos sus figuras. Discutirán sobre los perfiles morales de acusaciones y contraacusaciones, probablemente olvidando que todas las cuestiones políticas de cierta entidad lo son: publicidad fraudulenta, corrupción, robo, homicidio, difamación, mentira etc Si todo proceso de revocación es un circo político, la concurrencia de una paralela campaña presidencial, aunque sea en fase de primarias, convertirá el circo en un festival Heavy.

La acción demócrata en realidad desencadenará una batalla de acusaciones. Los abogados de Trump indagarán a fondo la actuación del entonces vicepresidente de Obama para eliminar un fiscal ucraniano que podría investigar en los posibles negocios más o menos sucios de su hijo Hunter Biden, en la empresa de gas de la que formaba parte. Los demócratas intentarán demostrar que la conversación Trump/Zelensky supone un verdadero abuso de poder, con el agravante de estado extranjero interpuesto.

Trump y su abogado Giuliani han actuado rápido. No niegan que se habló de Biden, niegan la presión. Hace unos minutos (escribo a las 5 de la tarde de ayer, hora española), Trump ha tuiteado tres mensajes, en los que, entre otras cosas, cuelga la transcripción íntegra de la conversación con el líder ucraniano. Lamenta que los demócratas lleven hablando de un impeachment contra él desde que se instaló en la Casa Blanca, probablemente - dice- para oscurecer” los logros de su administración: economía, fuerzas armadas, recortes de Impuestos salud, y mucho más!”

El problema es si Trump será evaluado como un sinvergüenza o como un pícaro. El tema es importante para comparar la radiografía del impeachment contra Clinton con el que se inicia ahora contra Trump.

Anota Joe Klein la perplejidad que producía ver la intensa indignación de la clase política de Washington con el affaire Lewinski y la actitud de laissez faire que adoptó la ciudadanía hacia la inmoralidad del presidente en la más religiosa de las democracias occidentales

El iceberg de 21 años llamado Monica Lewinski no logró hundir el barco presidencial del “pícaro” Clinton. El resultado de su impechment demuestra cómo una clase política puede estar durante meses mirándose el ombligo, mientras que el camaleonismo clintoniano - unido a la benevolencia ciudadana - libera a un presidente de la destitución.

Las acusaciones contra Trump se acercan más a las que se dirigieron contra Nixon, de ahí su seriedad. Tiene sin embargo Trump la ventaja de que los republicanos - por ahora- forman una piña con él, mientras que Nixon sufrió y murió por fuego amigo. Por ahora Trump mantiene el tipo, sin acusaciones de malversación, ocultamiento de pruebas o robo. Su caso se mueve entre la estricta picardía y la verdadera malicia política.

El problema para Trump es que pueden acumularse otras acusaciones en la Cámara de Representantes. La líder demócrata indicó, además del tema ucraniano, que seis comités del Congreso que investigan a Trump sobre otros asuntos continuarían estudiando las acusaciones bajo el paraguas del juicio político. Desde obstrucción a la justicia (Rusiagate), pasando por mentir desde el cargo, u ocultar impuestos. Este es el verdadero problema para el rubio presidente: que se rompan los muros del pantano- por ahora firmes - y aneguen todos sus triunfos políticos. Por ahora no me parece que la mayoría republicana del Senado se desmorone. Veremos.

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