EUROPA 1939
Hace ochenta años Alemania estaba preparando la invasión de Polonia que daría origen el 1 de septiembre de 1939 al comienzo de la II Guerra Mundial. Las causas siguen latentes, y el objetivo de los estadistas debe ser desactivarlas a través de la educación y de la Unión Europea para preservar la paz. En Occidente se cultivaba la inteligencia, la excelencia académica y la sensibilidad artística. Óperas de Wagner como la tetralogía “El anillo del nibelungo”, sublime experiencia estética, se convirtieron en dogma cultural durante el nazismo. Sin embargo, no se cultivaba la auténtica vida del espíritu ni, menos aún, se promovían la vida espiritual y el respeto a la dignidad humana (que están intrínsecamente unidos). El antisemitismo era un fenómeno generalizado en Europa a principios del siglo XX. Se puede ver de forma sobrecogedora en la película austriaca “La ciudad sin judíos” (1924). A partir de 1933 se convirtió en la política prioritaria del III Reich con las Leyes de Nüremberg (1935), que limitaban los derechos y libertades fundamentales de los judíos.
Nüremberg fue una ciudad especialmente significativa durante el nazismo por las reuniones anuales del Partido Nazi como se recoge en la película “Triunfo de la voluntad” (1935), que está considerada la película de propaganda y exaltación política más importante de la historia por las novedosas técnicas cinematográficas que utilizó, aunque en defensa de los pseudovalores que llevaron a la destrucción de Europa (la brillante sátira de Charlie Chaplin al nazismo en “El Gran Dictador”, de 1940, está basada en esta película). Precisamente por esta razón los aliados decidieron que en esta ciudad se juzgara al nazismo. El Holocausto tiene su perversa lógica interna como pudimos descubrir en nuestras visitas a los campos de concentración de Bergen-Belsen y Dachau. Si el hombre, en el ejercicio de su libertad, no asume el respeto a la vida, a la dignidad de la persona y a los derechos inviolables que le son inherentes, en cualquier caso y circunstancia, se producen, como consecuencia lógica, los genocidios.
El Derecho es una de las disciplinas de mayor tradición universitaria y determinante para la configuración de una sociedad (como ejemplo de espíritu europeo se encuentran la Universidad de Bolonia y el Real Colegio de España en Bolonia, fundado por el cardenal Gil de Albornoz en el siglo XIV). Los profesores de Derecho
debemos convertirnos en maestros, al modo de Sócrates, cuya capacidad e ilusión en hacer partícipes a los demás de sus experiencias profundas lo convirtieron en maestro de la cultura occidental. Cuando un verdadero jurista se encuentra ante la llamada del gran ideal de la justicia unido a la verdad, siempre responde. La persona justa tiende hacia el bien. Como recoge el pensamiento quintasiano, la justicia funda paz, seguridad y concordia en la vida privada y social. Las normas justas crean un ámbito de auténtica libertad creativa. El positivismo jurídico debe reconocer los derechos que siempre ha defendido el Derecho Natural o Derecho Constitutivo, previo a toda intervención humana, cuyo fundamento es la Ley Natural y la propia realidad humana.
La película “Vencedores o vencidos” (1961) recoge, de forma magistral, cómo jueces nazis dictaron sentencias alejadas absolutamente de los valores que debían inspirar su vocación jurídica. La contaminación de los poderes ejecutivo y legislativo sobre el poder judicial en el ejercicio de sus funciones y en su formación destruye la auténtica democracia. Es el único poder que no puede fallar. Ossorio y Gallardo en su obra “El alma de la toga” afirma sobre la moral de los abogados que “La rectitud de conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos; primero es ser bueno; luego ser firme; después ser prudente; la ilustración viene en cuarto lugar; la pericia, en el último”.
El sistema educativo debe enseñar los procesos de desarrollo del hombre hacia la plenitud y hacia la destrucción, a través de obras de carácter filosófico, literario o musical (por ejemplo, el mito de Don Juan en las obras de Tirso de Molina y Zorrilla y la ópera de Mozart). Como afirma Viktor Frankl en el libro “El hombre en busca de sentido”, tras su experiencia en Auschwitz, “el hombre es el que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el padrenuestro o el shema yisrael (el perdón) en sus labios”.
LA Unión Europea, liderada por Alemania y Francia después de la II Guerra Mundial, es la garantía de estabilidad en Europa frente al populismo y las crisis económicas. La firme defensa de los valores comunitarios de la unidad en la diversidad, de la paz y la solidaridad deben, desde la legalidad, prevalecer siempre, en la búsqueda de la verdad que es el respeto a la vida del hombre como única e irrepetible. El apaciguamiento y las cesiones son síntomas de debilidad frente a los que quieren destruir los valores comunitarios. Europa permitió, sin oponerse, la anexión de Austria (Anschluss) y la invasión de los Sudetes en Checoslovaquia por Hitler en búsqueda del Lebensraum (espacio vital alemán). El compromiso de España con la Unión Europea ha sido ejemplar. Permanecerá imborrable en nuestra memoria el discurso del canciller Helmut Kohl al recibir el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1996), junto a Adolfo Suárez, premio príncipe de Asturias de la Concordia, cuando afirmó que la Unión Europea se basa, fundamentalmente, en la cultura y en el espíritu común europeos que tienen su origen en la filosofía de la antigüedad clásica, el cristianismo y la ilustración.
La Transición española es un ejemplo para el mundo como la reunificación alemana, que comenzó con los denominados “Lunes de Leipzig” y, especialmente, el lunes 9 de octubre de 1989 con la primera gran manifestación pacífica, sin que la Stasi y la Policía intervinieran, en torno a la iglesia de San Nicolás (Leipzig) en defensa de la libertad y la democracia en la RDA. Este año celebraremos con profunda emoción la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989, último vestigio de la II Guerra Mundial, y podremos reivindicar con mirada profunda los excelsos valores comunitarios en su dimensión espiritual e histórica.
