EFECTO DOMINÓ JUDICIAL
De 192 países representados en la ONU, sólo 15 (más México DF y algunos Estados norteamericanos) regulan el matrimonio homosexual. Y una característica jurídicamente interesante es que, de una u otra forma, su regulación acaba en los tribunales al más alto nivel. EEUU no ha sido una excepción. Por un lado, de los estados que lo admiten, bastantes lo han hecho a través de decisiones judiciales, no por ley votada en Parlamentos. Y, al contrario, los más de 40 que lo prohíben, lo hacen mediante leyes.
El problema clave en la sentencia contra la DOMA ha sido la colisión entre poder federal y poder estatal. Para el tribunal, la ley Clinton (que declara como único matrimonio válido a nivel federal el heterosexual) es inconstitucional en la medida que regula desde el poder federal lo que corresponde a los estados. El efecto inmediato será que las Domas incorporadas a los estados que, por esa vía, han prohibido el matrimonio gay, comenzarán a ser objeto de demandas que irán llegando al TS por efecto dominó.
En la segunda sentencia, la relacionada con el referéndum californiano, la cuestión es más compleja: se trataba de decidir si los partidarios de la Proposición 8 (el referéndum que elevaba la definición del matrimonio como unión heterosexual al nivel constitucional) podían seguir litigando a escala federal contra las decisiones que, previamente, habían declarado dicha Proposición inconstitucional. La respuesta del Tribunal Supremo es negativa, debido a que las propias autoridades del estado de California habían desistido de seguir adelante en la defensa de dicha Proposición.
La polémica también ha vuelto a ser un ingrediente en el seno del Supremo. Las decisiones han sido tomadas por el estrecho margen de cinco a cuatro, siendo la pieza clave el magistrado Kennedy, el hombre péndulo. Una especie de Hamlet judicial que cambia una y otra vez de posición en función de sus propias dudas.
Ha prevalecido la decisión de cinco magistrados sobre las decisiones parlamentarias. Una vez más se demuestra que nunca un organismo tan pequeño (el TS) ha desempeñado tanto poder en la vida de EEUU. Nueve togas negras en su templo de mármol de Vermont siguen siendo personas finitas con un poder casi infinito.