QUINTETO DE ROMA
En el encuentro hoy en Roma entre Merkel, Hollande, Monti y Rajoy, con Obama como quinto interlocutor, aun sin estar presente, la gran prioridad es atajar la desconfianza sobre el euro. España ayer aprobó el tratado fiscal que intenta recuperar la disciplina de gasto, en medio de discrepancias e intentos de enmendar el texto con menciones al crecimiento. Se trata de la fórmula mágica de los socialistas, como si algunos no quisieran que el país creciera y lo contrario de la austeridad no fuera el despilfarro.
Con buen sentido, García-Margallo habló de la dureza de los Consejos Europeos, verdaderos autos de fe, y recordó que si aparecemos con divisiones en Bruselas nuestra voz será silenciada. Pero el problema central va más allá de las cacofonías dentro de los Estados miembros y consiste en el diseño inadecuado del euro. Las distintas piezas que componen la moneda única chocan unas con otras y producen cada vez mayores divergencias económicas. En los próximos días veremos si los dirigentes europeos son capaces de invertir la peligrosa percepción que se está instalando en muchos ciudadanos, inversores y gobiernos, de que el euro genera más problemas de los que resuelve. Entre otras medidas, presentarán una hoja de ruta que permitiría dar pasos seguros y ordenados hacia una unión fiscal, bancada y política. El plan aclararía a dónde va la moneda única y cómo recomponerla. Exigiría cumplir a cada paso una serie de condiciones y garantías, inspiradas sobre todo por Alemania. Ángela Merkel sabe que ganará sus elecciones en 2013 si afirma su credo económico, por mucho que irrite a Obama y a sus socios europeos, que presionan sobre ella en la mesa de negociación de Roma. Pero surgen dudas sobre si disponemos de tiempo y vista suficientes para reconfigurar el euro y nadie sabe si las tensiones entre el centro y la periferia serán soportables.