PRESCRITO Y DESHONRADO
Baltasar Garzón ha salido entre absuelto y deshonrado de la causa penal abierta por sus cobros -fueran directos o indirectos- a bancos y empresas durante su estancia en Nueva York. El magistrado instructor de la Sala Segunda del Tribunal Supremo ha aceptado el archivo por prescripción del delito, según le había solicitado, por vez primera, el Fiscal. Veinticinco días es lo que ha separado a Garzón del banquillo: los que superan los tres años de prescripción del delito de cohecho impropio. Podría decirse que se ha salvado por la campana. De todas formas, el auto de archivo, que sigue la línea de rigor jurídico de los anteriores dictados por el mismo magistrado instructor en esta causa, es tan contundente en su conclusión como inequívoco en sus valoraciones previas. Garzón, dice el auto, cometió indiciariamente un delito de cohecho impropio al pedir y obtener fondos de empresas y bancos españoles, aprovechando su condición de juez en activo. Sólo el tiempo transcurrido entre el último acto delictivo y la presentación de la querella impide que su responsabilidad sea juzgada. Cada cual ha cumplido su papel en este proceso. La apreciación de la prescripción se ha producido en la fase procesal pertinente, es decir, terminada la investigación, concretada la imputación y descartados por el magistrado instructor otros delitos, como el de prevaricación, incluido en la querella inicial, con plazos de prescripción más amplios, lo que demuestra que eso de la feroz persecución a Garzón es una infamia contra el Tribunal Supremo.