Las grandes empresas todavía no han terminado de adaptarse a las normas internacionales de contabilidad cuando la Comisión Europea ya ha iniciado el estudio de su implantación a las pymes.
Hace cuatro años que la Comisión Europea decidió que las empresas cotizadas de los Estados miembros debían utilizar un lenguaje contable común. La solución fue regular la adopción de las Normas Internacionales de Contabilidad.
Ahora, Bruselas debe decidir si está dispuesto a dar el paso con las pymes, un sector con mucha menor infraestructura para realizar un cambio contable de esta magnitud.
El objetivo final de las Normas Internacionales de Contabilidad es que las cuentas anuales de las compañías sea comparable, en este caso, en toda Europa.
España se encuentra dentro del grupo de países en el que la aplicación de estos criterios tiene un mayor impacto. La causa es que su norma nacional se separa con claridad de las reglas internacionales.
La decisión de Bruselas será complicada porque, pese a las dificultades de las compañías para adaptarse, el Reglamento comunitario 16/06 recoge el compromiso europeo en la incorporación de los estándares contables determinados internacionalmente.