ALMERÍA 22 Nov. (EUROPA PRESS) -
El fallo, consultado por Europa Press, impone ocho años y cuatro meses de prisión al presidente de la asociación y dueño del can por los delitos de asociación ilícita, contra la salud pública y atentado con instrumento peligroso debido a que incitó al perro a morder a los agentes.
De otro lado, condena a cuatro años de cárcel a los otros dos acusados por los delitos de asociación ilícita y contra la salud pública. La resolución judicial confirmada llega tras el juicio que el TSJA mandó repetir en Audiencia Provincial de Almería ya que, en su primera ocasión, tan solo se había dado dos días a uno de los abogados para estudiar el caso.
La sentencia apunta que los acusados constituyeron en septiembre de 2019 una asociación cannábica en la que se repartieron los cargos de secretario, tesorero y presidente, fijando la sede social en la vivienda de este último, si bien todos ellos "ya venían utilizando la forma asociativa como mínimo desde el 1 de marzo de 2017" a través de otra entidad.
La asociación, de ámbito regional y registrada como una entidad sobre "fines medicinales y terapéuticos" del cannabis, obtenía del "mercado negro" las sustancias que se suministraba en la sede de la asociación, "careciendo de cualquier autorización administrativa para la producción y distribución de la misma"
La entidad, que llegó a registrar hasta 116 socios en apenas mes y medio, aparentaba bajo su forma asociativa "la libre circulación de marihuana". Así, mediante la misma y con la sociedad anterior, los acusados se dedicaron a distribuir, facilitar y vender "de forma indiscriminada" marihuana y hachís a los consumidores "a diario" en sus instalaciones, de modo que estos o consumían allí las sustancias o se las llevaban consigo.
Las investigaciones policiales realizadas durante el mes de noviembre de 2019 permitieron comprobar el trasiego de personas que abandonaba la sede de la asociación con pequeñas cantidades de drogas en bolsitas que adquirían en el interior y que, en su mayoría, eran socios.
A partir de ahí se autorizó un registro policial en el local y en el domicilio anejo en el que vivía el presidente. Fue al acceder a la vivienda cuando los agentes encontraron al acusado con un perro de raza American Staffordshire Terrier llamado 'Gringo', por lo que ordenaron al propietario del can que lo atara.
Aunque en un primer momento el acusado le puso el bozal al perro, finalmente dejó suelto al animal "con ánimo de atentar contra la integridad física de los mismos", sentido en el que le retiró el bozal y le dio palmadas en el lomo "alentando a que les atacara".
El perro mordió "en varias ocasiones" en la pierna a un agente, que fue ayudado por otro al que también mordió en la mano cuando intentaba quitar al perro de encima de su compañero, lo que les ocasionó varias heridas con cicatrices "conformando todas ellas un perjuicio estético ligero de carácter importante".
Una vez finalizado el altercado anterior, se dio inicio a la entrada y registro del local y en la vivienda en el que se intervinieron diversos botes de cristal, cajas de cartón, bolsas de plástico y fundas de plástico con marihuana, hachís y MDMA.



















