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Acercar Europa a los ciudadanos; por Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo

09/05/2018
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El día 9 de mayo de 2018 se ha publicado en el diario El Mundo, un artículo de Antonio Tajani en el cual el autor defiende la vigencia del ideal de libertad, de democracia y de paz que representa la integración comunitaria.

ACERCAR EUROPA A LOS CIUDADANOS

Aprendí de mi maestro, Indro Montanelli, un coloso del periodismo europeo, que la historia de Europa comienza en el intelecto. Es la más grande aventura del espíritu humano: la búsqueda de la libertad individual. Europa entró en el siglo XX envuelta en los efluvios de ensoñaciones despóticas. La consecuencia fueron dos guerras mundiales que arrasaron nuestro continente. Sin embargo, el sueño de libertad, de democracia y de paz permaneció vivo en el corazón de millones de europeos y gracias a él, y al coraje de grandes líderes como De Gasperi, Schuman, Adenauer, Spaak o Monnet, nació el más noble y valiente esfuerzo que hemos realizado nunca: la Unión Europea.

Hoy, 9 de mayo, es el Día de Europa. Este año lo celebraré en el Monasterio de Yuste, recibiendo el Premio Europeo Carlos V con el que la Fundación Academia Europea de Yuste ha decidido honrarme. He querido dedicarlo a los ciudadanos europeos, ya que son ellos quienes en su vida cotidiana hacen posible la paz, la prosperidad y el bienestar que hoy es la Unión Europea. Este premio es, además, una ocasión para recordar nuestra gran historia de libertad y democracia enraizada en el Estado de derecho, que nos ha permitido ya 70 años de paz. Gracias a la UE, los europeos dirimimos nuestras diferencias en instituciones comunes, encontramos soluciones a los problemas juntos y hacemos de nuestra diversidad una clave de nuestro éxito. Unidos hemos sido capaces de crear el mercado más grande del mundo, que es fuente de prosperidad para más de 500 millones de personas. Juntos hemos promovido y defendido un sistema de protección social sin parangón en el mundo y políticas de cohesión para que nadie quede rezagado.

El espíritu de la UE es el mismo que inspira el de la Constitución española, de la que este año celebramos el 40 aniversario. Junto a los tratados europeos, representa un gran consenso cívico que tiene un valor intrínseco, más allá de su letra, y que entre todos estamos llamados a preservar. Un ejemplo para el mundo de reconciliación, de solidaridad y de generosidad, que ha convertido a España en el país abierto, diverso, moderno y dinámico que es hoy.

La UE ha sido para España y para el resto de Estados miembros una fuente extraordinaria de progreso social y económico. En los últimos años, hemos visto cómo la estabilidad de la económica es fundamental para nuestra prosperidad, y para preservar y profundizar nuestro modelo social. Pero la UE es mucho más que la economía, que el euro o que los bancos. Somos una comunidad de valores. Entender esto es fundamental para entender bien nuestro pasado y nuestro futuro juntos.

Pero hoy Europa está en una encrucijada. Podemos escuchar a las sirenas que proponen que levantemos fronteras o podemos decidir continuar nuestro camino europeo. Y por eso tenemos que renovar nuestro proyecto de vida en común. Las clases dirigentes europeas tienen el deber de mirar más allá de la parcela de sus propios intereses electorales. Cooperar mostrándose capaces de solidaridad y de una visión de conjunto europea. Si hay una lección que tenemos que aprender de la globalización, de la crisis financiera, de la crisis de refugiados, es que asistimos a una transformación profunda del mundo, de nuestras sociedades y de Europa. De nuestra soberanía. Problemas como la seguridad y la defensa, la gestión de los flujos migratorios, la lucha contra el desempleo, la justicia fiscal, la honradez en el comercio, la protección de la innovación y de la creatividad, la seguridad energética o la conservación del planeta, solo pueden encontrar respuestas a nivel supranacional. Ningún Estado europeo, por sí solo, puede competir con gigantes como Estados Unidos, China, Rusia o India.

Estoy convencido de que el siglo XXI debe ser el siglo de la Unión Europea. De la renovación de una Unión más política, más próspera y segura, y más relevante en la escena internacional, ante los retos a los que nos enfrentamos. Uno de ellos es la amenaza que se cierne sobre la democracia en Europa. Los intentos de influenciar de manera ilegítima los procesos electorales; la marea de noticias falsas que inundan las redes sociales, la falta de respeto al Estado de derecho son problemas de enorme envergadura y debemos luchar contra ellos de forma proactiva. Debemos tener claro que asegurar la prosperidad y seguridad de nuestros ciudadanos es también defender la democracia. Tras la gran recesión de la última década, estamos creciendo. El esfuerzo de consolidación fiscal y de reformas está dando frutos. Los rescates han evitado el desastre. Aun así, las cicatrices de la crisis son profundas. Lo vemos en las cifras de paro, especialmente, el juvenil. La recuperación debe llegar a toda la sociedad. La UE debe disponer de los instrumentos concretos para hacerlo posible. Mediante un mercado único moderno que aproveche la revolución tecnológica, energética y digital que está cambiando el mundo, y que asegure que quienes más se benefician de él no escondan sus beneficios detrás de las fronteras fiscales. La amenaza terrorista requiere una mayor coordinación entre fuerzas de seguridad e inteligencia. Garantizar que Schengen no es un refugio de quienes huyen de la justicia. Y el control de las fronteras requiere de una gestión común. Pero estos retos requieren también que la Unión asuma una mayor responsabilidad global. El mundo es cada vez más complejo. Necesitamos una estrategia geopolítica que proyecte nuestros valores e intereses. El acuerdo de París o el acuerdo nuclear con Irán son ejemplos de cómo la UE puede influir positivamente en la escena internacional. Debemos ser un motor de estabilidad y prosperidad global.

En mayo de 2019 se celebrarán elecciones europeas. Los europeístas tenemos que promover el debate y la participación. Sobre todo, de los jóvenes. La democracia y el buen gobierno en la UE dependen de ello. La guía de mi mandato es volver a acercar Europa a sus ciudadanos. Son ellos quienes hacen posible el éxito de la UE. Tenemos una gran oportunidad para infundir nueva energía a la UE y garantizar con ello un futuro mejor para nuestros hijos. No la perdamos. Unidos superaremos todos los retos.

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