COMIENZA LA PODA
Se preveía la desviación respecto al déficit. No se ha concretado exactamente pero sí delimitado en el entorno del 8%. Las previsiones eran sombrías, ahora nítidamente grises. Hace falta pasar ya del verso a la prosa, y esta prosa asonante, que no consonante, se antoja compleja, llena de dificultades y de más sacrificios para el ciudadano y el contribuyente. Es lo que hay. Lo que sabíamos que pasaría e iba a suceder. Es la primera de una tanda de medidas que se irán promulgando y decidiendo a lo largo de los próximos meses. Nadie había dicho que fuera fácil. Qué lejos quedan las promesas, también las explicaciones, sobre todo si se dice que Bruselas nos lo exigiría. El propio presidente del Gobierno, que tras el verano empezó a cambiar su discurso optimista y de referencias a 1996 con ese "ya lo hicimos antes", sabe que la situación no es la misma que la heredada por aquel Gobierno. Es funestamente más dramática. Empieza la poda, la navaja de Ockham. Y por lo que se avizora por el horizonte, no dejarán que se oxide, al contrario.
Recorte inmediato de casi 9.000 millones de euros, es el anticipo, el precio de la desviación del déficit. Solo el comienzo. Cómo se hará y con qué eficacia real y sostenida en los próximos años es un pequeño interrogante. La vieja estrategia electoral de negar por activa y por pasiva una subida de impuestos, al contrario, bajada, acaba de saltar por los aires en su primera andanada. ¿Qué decían Montoro y Santamaría cuando el Gobierno socialista subió el IVA?
Empecinamientos numantinos cuando nada cuadra no es, ni nunca será, la solución. Suben los impuestos. Es el comienzo. A corto había que optar por lo más inmediato. Luego vendrán los otros, ya no importa si directos o indirectos. En lo inmediato, IRPF e IBI. Ahí estamos todos. Es fácil, rápido, expeditivo y recaudatorio de inmediato.
Pero llamémosle a las cosas por su nombre. Legalidad tributaria. Proporcionalidad. Progresividad, summun perifrástico. Siempre la proporcionalidad, si bien ya sabemos sobre quién efectivamente recaerá el esfuerzo mayor. Rentas del trabajo y bienes raíces. Pero no retóricas ni eufemismos vanos como es en el fondo el apotegma "recargo de complemento de solidaridad". La verdad objetiva, desnuda y descarnada ayuda. No más tutelas a un pueblo infantilizado en una minoría de edad voluntaria durante demasiados años. La realidad es aciaga, podemos salir, pero las cosas por su nombre desde el primer minuto. Ya es hora de gobernar. De hacer lo que hay que hacer, enderezar el rumbo desde una acción de Gobierno contundente, seria, justificativa y que ataque de raíz la médula misma de esta crisis que debe tocar suelo en 2012.
Rentas de trabajo y rentas de capital. Sobre todo las primeras, escasa en realidad las segundas y sobre todo el impacto definitivo sobre las arcas públicas. Bienes inmuebles, catastrazos y valoraciones medias que no reflejan valores reales. Tramos escalonados, de menos a mal. Términos medios que sin embargo sufrirán el coste de la crisis con más ímpetu que las rentas más bajas y las más altas. Hay una necesidad de recaudar, de ingresar tan acuciante como dramática. Algunas comunidades lo saben bien en estos momentos a la hora de hacer los pagos, las nóminas de sus funcionarios. Hay demasiados espejos bifrontes.
Se acabó la fiesta, la solariega siesta del solar patrio recostado sobre su propio regazo de soberbia y enriquecimiento tan falso como efímero. Época de vacas flacas, pero con sacrificio además para el ciudadano. Un sacrificio que nos dosificarán. Quién gana y quién pierde, o tal vez perdemos todos. ¿Banco malo a costa de quién, del contribuyente, de las entidades, de Bruselas? Cuántas mentiras y rectificaciones de algunos que ahora copan altas magistraturas.
Acaba de implementarse la voracidad tributaria recaudatoria. En este momento ya se cifró un quantum inicial, a saber, 6.200 millones de euros, pero todos sabemos que esta cifra se antoja insuficiente, parcial y meramente indiciaria. Quizás no haya otra salida en este momento. La poda no ha hecho más que empezar. Esta la sentiremos todos, la otra ya la están sintiendo los cuerpos de funcionarios públicos donde la reposición, salvo en algunos segmentos y ámbitos, será nula. Congelación del gasto a la fuerza. Hibernación integral de toda obra pública. Constricción, restricción, estancamiento y recesión. Algunos le llaman austeridad, pero no es cierto, es algo más que austeridad. Y el único deseo de todos es que acierte el Gobierno por el bien de todo un país y no solo esta generación, sino de las venideras. Sabemos que es el inicio del inicio, en palabras de la vicepresidenta, pero deseamos que también sea el inicio de una recuperación necesaria y vital. Y siempre las clases medias sosteniendo un país.